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martes, 5 de enero de 2016

No siempre es amor...

"No siempre lo que se cree amor, es tal,
sino más bien, y sin intensión,
agazapada fiera letal."

Autor: Juan C. L. Rojas





No siempre es amor..."No siempre lo que se cree amor, es tal,sino más bien, y sin intensión,agazapada fiera letal."Autor: Juan Carlos Luis Rojas http://todo-es-uno.blogspot.com.ar/
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on martes, 5 de enero de 2016

martes, 10 de octubre de 2017

Hacia el nuevo hogar

(De la serie: "El niño, el muro... y la libertad" Juan C. L. Rojas

   En esa mañana de sol a pleno, su mente tejía confusos colores. No los colores que la hermosa mañana avivaba en los rosales y en las dalias exuberantes del jardín; no los tonos, verde pastel, de irupés y camalotes flotando en la laguna, allí, detrás de la casa; tampoco los del bosque allá, en la otra orilla misteriosa de esas aguas calmas. No, no eran esos los colores que ahora lo inquietaban, sino los que se movían en el profundo interior de su alma.
Sentía un estado de conciencia a medias, donde el factor dominante era la duda, la incertidumbre.
   Quizás porque no veía otra opción, su única respuesta era la que involucraba huir del pasado, entrando sin renuencias a las circunstancias que iban apareciendo delante de él, o a pesar de que le fueran impuestas; y que esto resultara en tapar los recuerdos, insuficientes afectos…, introduciéndose de lleno en el miedo y el dolor.
   Tal vez era una forma de buscar puertas de salida a todo eso, o una puerta de entrada que lo llevara a satisfacer alguna carencia que ni él mismo, por ser niño, entendía bien de qué se trataba.
Ya había escuchado algún comentario,... decisiones con respecto a él, palabras dichas a su espalda. "Los adultos deciden sobre la vida de un niño", pensaba, "después de todo el abuelo es bueno, aunque no sabe ni escribir. El también fue abandonado y encontrado en los bosques del Paraguay, cuando era chico. Al final no conoció ni a sus padres, sólo a un hermano, ya después de viejo... Dicen que la guerra…"
   Mientras en su pensamiento todo se mezclaba, vio a su abuelo acercarse. Este respiró hondo sofrenando un suspiro. Palmeó cariñosamente el hombro del niño en un gesto poco acostumbrado…
   -Vas a ir con el doctor, mi’jo. Seguro que vas a aprender muchas cosas –le dijo con una sonrisa que pretendía ocultar algunas lágrimas, las que aparecían inevitables y aumentaban el brillo de sus ojos azules.
El abuelo, de buen carácter, de fácil sonrisa, de porte físico mediano, sumamente trabajador y con el concepto de la honestidad grabada a fuego en la sangre, no sabía ni leer ni escribir y era casi el único sostén de la familia, que se componía más de nietos que de sus propios hijos.
   El espacio de tierra que poseía estaba siempre cultivado con árboles frutales, verduras, e incluso tabaco, que luego de cosechar con su esposa, lo procesaban caseramente para venderlo en el Paraguay o en el vecindario de la isla.
Tenía aves de corral y algún ganado vacuno que carneaba de tanto en tanto, y leche para consumo familiar. Todo esto le demandaba actividad desde la madrugada; porque además era empleado estatal de salud pública del Chaco. El pequeño sueldo obtenido, cubría apenas los gastos hogareños que no lograba hacerlo con la producción casera.
   Conformaban una buena sociedad el abuelo y la abuela; él, correntino; ella, paraguaya. El, atendiendo no sólo lo de la casa, sino también la actividad externa; y ella ocupándose de todo lo doméstico, aferrada a una pipa siempre humeante, y un rebenque eternamente bajo sus brazos con el que domaba tanto a niños como a los animales.
   El origen de la conformación familiar y el asentamiento en una isla del Chaco argentino, habría que rastrearlo en los vericuetos políticos, intereses económicos de las grandes urbes (corrupciones incluidas) y las guerras asociadas. Todos sus hijos nacieron en el Paraguay, y la mudanza fue la resultante de inestabilidades políticas. Pero, de todo esto, no siempre le llegan a un niño los elementos de la comprensión de sus orígenes o la atenuación de las consecuencias de esos desarrollos y sus resultados.
   El niño no entiende que en la burbuja de su pasado cercano y su origen ya están incluidos los condimentos de su presente.

   La lancha saldría a las once de la mañana hacia Paso de la Patria. La preparación para el viaje era escasa; pocas y modestas pertenencias; sin embargo la sensación que percibía era la de una marcha definitiva, un viaje sin regreso.
A la hora de la despedida, los primos y hermanos rondaban cerca, silenciosos, sin más expresión que los ojos bien abiertos clavados en él.
Miró por última vez hacia "el bajo", allí donde el río al crecer, descargaba algo de su fluido formando una laguna. Dio un vistazo a todo el panorama desde donde estaba un aliso estaqueado, hundido horizontalmente a ras de la tierra, en el borde del patio posterior de la casa; ese tronco estaba colocado ahí para detener la erosión del terreno. Prolongó su mirada hasta el fondo, allá donde acostumbraba a cantar la garza mora, cuando aparecía en el bosque al amanecer, del otro lado de la laguna. Volvió su mirada y la detuvo brevemente en el pequeño puerto improvisado, al que muchas veces despejó de irupés y camalotes, para el trabajo de lavanderas, que le estaba asignado a sus primas y hermana. Volvió más atrás su vista, nuevamente dirigida al borde del patio, bajo el árbol de paraíso donde en ese momento dormía Rompe, el viejo perro de la casa. Mientras tanto, Díquel, el perrito con que jugaba a menudo, parecía saber de su partida; giraba y giraba a su alrededor, moviendo incansable su corta cola.
   -Che cunumí (mi muchacho), atá ese animal –dijo el abuelo a otro de sus nietos.
Al fin se despidió. Saliendo de la finca, caminó por el pasillo largo ubicado a la izquierda. Debido a la sombra de los árboles la tierra todavía conservaba la humedad del rocío. Mientras caminaba surgía en su mente un replanteo insistente de cosas y circunstancias que traía el recuerdo.
Los mamones altos a su derecha, sumamente quietos, prolijamente en línea, como formados para guardia de honor, parecían decirle adiós en silencio. Detrás de esa línea de árboles frutales aparecía el mandiocal, que empezaba a asomar joven sobre la huerta. A la izquierda, flanqueaba su camino un alambrado de púas tensado sobre postes viejos, de los que en una oportunidad, uno de ellos no resistió el peso de su travesura rompiéndose; así pagó entonces, con sangre de sus piernas, el pase a la casa del vecino.
   Cerró el portón prolijamente y ajustó el cierre del bolso; mientras lo hacía, observó la puerta abierta del almacén de al lado; surgieron entonces en su retina los trazos gráficos de la libreta de crédito y con ello la semblanza del abuelo, su escrupulosidad en pagar la deuda sin pasar ni un día más de lo acordado.
A los once años de edad no entendía cabalmente la dinámica del dinero, pero sí sabía cómo afectaba su carencia por las restricciones que imponía, hasta en las necesidades tan vitales como la alimentación; es más, sabía que era debido a estas restricciones, y no sólo a la búsqueda de futuro, que tenía que marcharse.
Si bien ignoraba los parámetros con que se movía el mundo de los adultos, sí llevaba incorporada en su conciencia las normas del cumplimiento y la honestidad tantas veces platicada por el abuelo en los momentos de la sobremesa, especialmente después de la cena.
   En esta despedida no podía definir si en su sentimiento había realmente tristeza o era que pesaba más la curiosidad, la posible alegría de lo nuevo. Sin embargo sentía los abrazos de la isla, los de sus sombras y sus luces, la humedad cercana de los ríos, sus frescores; los sentía como el adiós a lo amado.
Subió al terraplén, callejón pavimentado y sinuoso bordeado de eucaliptos que lo llevaba hacia el puerto. Ahora, una voz que difundía el aire conseguía aquietar sus pensamientos; era el murmullo del río traído por el viento y también el sonido de las ramas de los árboles azotándose en sus copas. Caían las hojas y él se veía como una hoja más, ahora dejada al viento.
   Cuando bajó al muelle los tripulantes de la lancha estaban en los preparativos finales de carga; como casi siempre, había una mezcla de castellano y guaraní en el habla de la gente; eran generalmente conocidos entre sí y mezclaban cordialidad y bromas con la intensidad del trabajo.
   -¡Oh! Mba’éicha pa che ra’a (Como estás mi amigo). Vos sos el nieto de don Tabí, ¿no? -lo recibió cordialmente el lanchero.
   -Si, buen día, -contestó con algo de timidez.
-Así que te vas con el doctor Palowski… Me contó tu abuelo.
El lanchero hizo sonar sus palabras como apropiándose de cierto orgullo que suele darse cuando la humildad se une a la ignorancia; a veces, como una manifestación de solemnidad fetichista, dirigida hacia la formación profesional o a un determinado status social. Palowski es un apellido polaco, pero el doctor era alemán. Consiguió su nueva documentación con ayuda del Vaticano, cuando Alemania perdió la guerra. También obtuvo, con esa documentación y pasaporte, una orientación hacia qué países dirigirse; donde no fuera “molestado”.
-Sí –contestó parcamente el niño.
-Bueno, si querés, subí; acomodate donde puedas ch'amigo.
Subió con cuidado debido al balanceo de la lancha y se ubicó en el lateral de babor, para dejar libre el paso de carga por estribor, que era el lado por donde estaba amarrada la embarcación.

¿Son los recuerdos como ondas cósmicas del tiempo, circunstancias repitiéndose infinitamente? Así le parecía este momento; como un recuerdo convirtiéndose en concreta realidad presente.
Ahora, nuevamente se movía el mundo, su mundo infantil. Se movía con la lancha, con el muelle, con los árboles, y todo con el río. Como aquella vez, cuando vino a la isla en su primer regreso, cuando en esa oportunidad involucró también otra despedida, la de su padre. Sentía otra vez esta mezcla de recuerdo y realidad palpable. De nuevo vibró ese pequeño mundo solitario dentro de otro mundo mayor, desconocido e indiferente hacia él.

Ya todos a bordo y con el amarre liberado, la lancha se alejaba lentamente del muelle adentrándose en el río Paraguay, luego bajaría un corto tramo hacia el Paraná, que estaba allí nomás, a la vuelta del recodo de la isla. La turbiedad acentuaba el misterio del río que batía sus lenguas infinitas salpicando los rostros pensativos; también salpicaban los sueños, dentro de esas mentes casi adormecidas por el ruido del motor. Juancito miró hacia atrás; siempre le intrigó hacia dónde se dirigiría la extensión del río. ¿Qué hay río arriba?... Querría remontarlo alguna vez. ¿Es el deseo el embrión de un sueño? ¿Es el sueño un camino donde sólo hay que ponerse a andar? La luminosidad del espacio más abierto lo retrajo de sus pensamientos, cuando en ese punto de la navegación la desembocadura se abría ya casi tocando al río Paraná.
En dirección a proa no se veía la costa. Ahondó la mirada en el engañoso espacio infinito. En el horizonte sólo se veían algunas gaviotas. Volvió la vista hacia lo que dejaba atrás. Debajo de la popa el río espumaba blancura, la que contrastaba con los diferentes verdores de las costas (paraguaya y argentina) haciéndose más vivos gracias a el sol de la mañana.
-¿Querés un mate, Juancito? –le preguntó el lanchero, apartándole de su abstracción en el paisaje.
-No, muchas gracias don Arévalo –respondió, mientras modificaba su postura sobre un listón de la quilla, donde estaba apoyado.
Estaba ubicado cerca de la cabina y podía escuchar la conversación del lanchero y su ayudante.
-¡Cova co Gomecito ra’y! (¡Este es el hijo de Gomecito!) –continuó Arévalo, ahora dirigiéndose a su ayudante. Lo hizo con cierto tenor de respeto machista, a lo que se refería. Palas, el ayudante, no respondió.
-E jhendú pa jhina (¿Me estás escuchando?) –reclamó Arévalo, en tono burlón.
-A jhendú (Oigo), –respondió Salas, a desgano.
-Hijo’e tigre co cunumí (¡Es hijo de tigre este muchacho!) –enunció de nuevo Arévalo, con clara intención de zaherir a su compañero.
-¡Bah! ¡Maba pa tigre! (¡Bah, quién es tigre!) –dijo Palas, tratando de neutralizar la chanza infligida...
-¿Maba pa?... (¿Quien?...) Ja ja ja… Me dijeron, que con Gómez te salió mal lo de la rubia aquella.
-¡Bah! ¡No pasó nada! –se defendió Palas. Arévalo largó una risotada.
Como premisa inevitable, esta conversación llenó su mente de preguntas e inquietudes referidas a su padre. ¿Qué conocían de él estos hombres? ¿Cuáles fueron las andanzas de su padre por estos lugares? ¿Saldrá alguna vez de la cárcel? ¿Lo volvería a ver?
Ahora, la lancha entraba en el planchón más claro y amplio, al cruzar la línea divisoria que producen las corrientes y las diferentes turbiedades de las aguas. A la derecha del panorama de popa se desarrollaba la punta del continente paraguayo; esas barrancas también habrán de quedarse entre aquellas cosas que habrían de alimentar su curiosidad y se añadirían, a la sumatoria de inquietudes insatisfechas. Los monos carayaes estaban silenciosos en la silvestre vegetación; es en el ocaso cuando estos suelen alterar escandalosamente el silencio del lugar; sólo una canoa pequeña, tal vez pescadora, aparecía casi camuflada por el tupido follaje. A la izquierda todavía se notaba la isla en la prominencia de su cerro, el cual remataba su cresta con la fachada ambarina de la iglesia principal.
En este punto de la mirada, vino a su mente el recuerdo de aquellos preparativos inconclusos para el catecismo y los rituales religiosos que jamás pudo entender. Allí apareció en el recuerdo los juegos y travesuras, las andanzas en el bosque y en el río. "¿Volveré algún día a navegar sobre los troncos, los alisos traídos por la inundación?". Al volverse hacia babor, una estampa conocida pero casi fantasmal cortó sus pensamientos; desde el horizonte bajaba por el río una jangada; a lo lejos era sólo una tosca línea derivando sobre el agua. Encima de esa línea había una pequeña figura que parecía ser la de un hombre erguido y cerca de éste, la de otro hombre sentado. Aparentemente tomaban mate.
...Sí, eran hombres nomas, no fantasmas, los que navegaban sobre un tendal de maderas bañadas por el agua; pero a la distancia, el conjunto parecía un simple garabato dibujado en la página acuosa del horizonte. Bajaban a la velocidad lenta de la corriente sumada a la fuerza inercial del maderamen, el cual tenía un tamaño desproporcionado con relación a la cantidad de sus tripulantes.
De nuevo surgieron la inquietud y esas preguntas que se apilan en el arcón de los misterios que suele atesorar un niño. ¿Cómo es que a esa gigante acumulación de inerte vegetal, puede dominar y conducir un pequeño hombre cabalgando a la intemperie sobre la húmeda planchada de troncos?...
Pasó la jangada por atrás de la lancha; casi al filo de la distancia audible de un sapucai (grito); pasó con su respuesta de silencio. Golpeando con la instigación de la curiosidad a esa mirada de niño; mirada perdida ahora en la llanura blanca; perdida en el horizonte verde y en la opacidad de la distancia.
En el medio del río el motor de la embarcación con su ruido monótono jugaba a vencer los sentidos, sin embargo, muy tenue ahora, como esbozo de dibujante, empezaba a divisarse la otra costa, mientras la primera se perdía a lo lejos con la estela de la lancha.
Corrientes aparecía brillante bajo un día de sol al momento de la siesta provinciana de uno de sus pueblitos litoraleños, Paso de la Patria. El alemán, el doctor, con su uniforme de médico, estaba todo de blanco esperándolo ahí mismo en el muelle, parado a la media sombra de un techo de protección; tenía las manos detrás de la cintura y en su cabeza una gorra de tela floja que le caía sobre la frente y las orejas. Seguía inmóvil mientras amarraban la embarcación. El niño notaba sobre sí la mirada escudriñadora, persistente, sin más gesto que el silencio del alemán, que mostraba así, un atisbo de la actitud severa y militarizada con que era conocido; continuó así, aún hasta después de haber bajado el niño, y habérsele acercado.
-Buenas tardes, doctor –saludó entonces, Juancito.
-¡No, así no! -Reaccionó el alemán de manera áspera-. ¿A ver? ¡Párate bien!... Así, firme, e inclinas la cabeza… Ahora sí, buenas tardes.
Juancito obedecía mientras algunos pasajeros y tripulantes miraban sorprendidos, o risueños y en silencio, esa escena. –Le hizo repetir el saludo incluyendo todo el proceso formal.
Luego de esta primera lección caminaron callada y largamente hasta lo que sería su nuevo hogar. No podía evitar la tensión de ese silencio. El alemán caminaba a grandes zancadas delante de él, y su atuendo blanco, ahí, a un paso de distancia, irritaba sus ojos al reflejar la luz; el niño hacía descansar sus ojos dirigiéndolos hacia la gramilla amarillenta entre el polvo reseco del camino. A pesar de que el sol mostraba su fuerza desde arriba; en su optimismo de niño, Juancito lo sentía como un poderoso dios protector; optimismo al cual coadyuvaba la curiosidad sobre lo extraño del lugar, la conformación urbana, la ubicación más ordenada de las casas, las calles bien definidas, los autos, y otro tipo de gente.
En realidad quedaba sólo a unas cuadras el lugar a donde se dirigían, pero la incomodidad psíquica inducía en los sentidos la exagerada extensión del andar.
A la izquierda se podía ver algunos "lamparones" del río en los claros que se formaban entre árboles y edificaciones lindantes con la costa. Todo estaba calmo, no había viento y no se oían las olas rompiendo contra la barranca. El itinerario de la caminata la mantuvieron a una cuadra de distancia del río, y respecto del mismo, también esa era la ubicación de la casa del alemán.
Juancito comprendió que llegaban, cuando el alemán cruzó un puentecito sobre la cuneta, el cual daba frente a un portón de hierro y alambre tejido, justo en la mitad de la parcela amurallada. Esta encerraba huertas, árboles, chiquero, gallinero, jardines y dos casas; una en cada extremo del terreno.
El portón rechinó con estrépito al abrirse, pero no llamó la atención de una mujer que en ese momento regaba las plantas. Esta siguió en su labor mostrando total indiferencia a los recién llegados. Parecía malhumorada.
-¡Señora Antonia! –dijo en tono amonestador el alemán al acercarse. Sólo entonces, ella levantó la vista hacia él y dirigió una mirada de soslayo, casi reticente, al niño.
Esta escena dejó abierto en su entendimiento un panorama de curiosa incertidumbre que le producía un incómodo escozor, pero ahora, sin otra vía de salida, este era su nuevo hogar, y debería aceptarlo, aunque lo sintiera como una nueva imposición; un mandato que no podía, o no sabía cómo evitar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Poesía o narrativa?

¿Poesía o narrativa? La elección es contundente. Está a la vista. La poesía es mirada de soslayo. Con cierta indiferencia; como cuando se mira algo inútil. "La poesía no interesa. La poesía no vende", decía un amigo, y tiene razón. Sin embargo... No siempre, por el hecho de que algo surge por elección mayoritaria, significará lo superlativo, lo bueno, lo correcto. Pregunto. Busco una respuesta. ¿Por qué es tan contundente esta elección cuantitativa? Sí. Enfatizo: No significa calidad. Lo mayoritario no siempre involucra niveles cualitativos. ¿Es un concepto elitista lo mío? Puede ser. Pero... Se me ocurre que hay una razón para el mundo que conocimos. Hay algo que hace a su conformación. Dentro de sí, en el centro de la vorágine de su espíritu, existen infinitos ciclos recurrentes de causa y efecto; una reversión constante. Una especie de feed back o retroalimentación, que da vuelta y regresa sobre lo dañino, o que por lo menos produce un encierro en cierta miopía que es paradójica a la inmensa posibilidad de inteligencia y sabiduría. Hay una tendencia a buscar lo superfluo, y escapar de todo lo que conlleve profundidad de pensamiento. Pareciera ser más entendible y atendible lo prosaico que lo espiritual. Se diluye en el desinterés aquello que rescata valores que van más allá de lo mezquino, más allá del propio centro del ego. Entiéndase que no pretendo volcarme ociosamente hacia lo etéreo, pero observemos la realidad, ¿qué es lo que más se consume en literatura? Alguna vez habremos oído el siguiente comentario que nos ilustra: "Busco una novela entretenida para las vacaciones", (de todos modos, quien ha hecho el comentario, seguramente, siempre lee novelas "entretenidas"). Algunas estadísticas ponen este orden de consumo: ensayo, novela, cuento y al final la poesía. Por supuesto, se sabe, ¡hay cada ejemplar de poesía! Sin embargo, hablando con más seriedad, e insistiendo: el mundo necesita de la poesía. Más poesía a esta dura realidad.
www.clarin.com/diario/2008/07/08/opinion/o-01710551.htm
 Para que tengamos un mundo mejor, el mundo debería incorporar y comprender a la poesía; necesita liberarse un poco de lo prosaico y profundizar en lo espiritual. Quede bien en claro que no estoy hablando de religión. Hablo de la obra y actitud poética que se une con el Todo. Esa es para mi la verdadera poesía como obra de arte. Hilando más fino, aclaro, que con esta reflexión, no intento hacer una división estricta ateniéndome sólo a formas y estructuras. El verdadero "escrito poético", en el sentido de su profundidad, también puede estar contenido en la narrativa u otras formas literarias. De hecho, hay narradores que son verdaderos poetas. La poética genuina, es la que involucra a todo aquello que puede integrarse en lo Universal; la que, por ejemplo, si refiere identidad, no promulga ni hace apología sectarista, sino que despierta al hombre hacia un sentido fraternal y cósmico. El arte en sí debe ser cosmológico. Muy bien, el tema da para ahondar en otra ocasión. Ya conocemos la realidad. Te dejo la pregunta: ¿No crees que esa realidad necesita alguna corrección?...
 Juan Carlos Luis Rojas

sábado, 8 de julio de 2017

Herramientas

Herramientas

Esfuerzo y creatividad,  deben ser siempre, herramientas en nuestras manos.

El tesón debajo

Muchas veces podemos ver el efecto de la virtud humana produciendo brillantes resultados; como una nave que cumple con su función normal de despegue, y a partir de allí el vuelo inalterable... Pero cuando otros ven, lo fácil que parece, el despegue de esa nave hacia el cielo, no siempre piensan o imaginan todo el tesón invertido, y la energía ardiendo en los crisoles, desde la hora primera... Así el humano.

No siempre podemos juzgar los logros y éxitos de otros, como adquisiciones gratuitas. No les aplica a todos alguna metodología de lo fácil.
No se cosecha si no se siembra. Y la siembra implica, preparación, sacrificios y riesgos.

Tampoco podemos juzgar, unívocamente al revés, porque como dice, Eclesiastés 9:11 :
"Regresé para ver, bajo el sol, que los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos. "
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=tesón+

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 25 de noviembre de 2016

Ya pasará

Ya pasará... No siempre se puede tener todo bajo control... No siempre se pueden dosificar los compromisos... Y hay momentos en la vida, donde se transita el campo incómodo y rudimentario de la batalla, donde no queda otra cosa que remangarse, estar alerta, seguir... O también tirarse por allí, corregir estrategias, y que fluya... Juan Carlos Luis Rojas

jueves, 13 de agosto de 2015

Esfuerzo y límite

¡Remangarse y seguir adelante!
Si es necesario: ¡Secar las aguas!
Si es necesario: ¡Hacer florecer los desiertos!
Eso suele ser poesía.
Es poesía.
Esfuerzo...
y de nuevo el esfuerzo.

Es verdad, podemos rendirnos, podemos cansarnos, podemos caer...
Pero también es cierto que el humano ha llegado a límites inimaginables, a logros increíbles; aún en medio de tragedias.
Ni siquiera nosotros mismos sabemos con certeza hasta dónde podemos alcanzar.
¿Cuál es nuestro límite?...
Justamente por esto, no estamos autorizados a juzgar con alguna enfática arrogancia, ni los sacrificios, ni las caídas del prójimo. (A menos que se nos haya contratado como coaching).
Cada uno se planta ante la vida o ante la muerte, como puede.
No siempre podemos depender de los sistemas que supuestamente están para darnos una cobertura, (ni servicios comunitarios, ni políticos, ni estado).
Es aquí es una de las circunstancias en donde queda sólo, el HOMBRE, el humano... Sólo con su propia fuerza, sus propias iniciativas y decisiones.
A menos que sucumbamos a la derrota, siempre algo podemos hacer.
Y aún más, ¡debemos hacerlo!... en esos momentos en donde el asunto se trata, de vida, o de muerte.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

sábado, 19 de agosto de 2017

La maldad, la música, la poesía...


Decía Inmanuel Kant: "Donde hay música no puede haber mal"... (No estoy muy de acuerdo con mi amigo)... Y Aristóteles ensalzó a la poética en sus diversas formas y artes...
Y sí, la poesía, es, en sí mismo, esencia fundamental, subyacente y emergente de todo y del Todo. Es así que podríamos considerarlo superlativo; mas, se trata de hacerlo evidente desde su espíritu, mediante el privilegio del "determinado" poeta, quien es como herramienta y vehículo que define en arte esa esencia de la poesía; sin embargo, es "insondable el corazón del Hombre", dice un Libro (Biblia), y es así que, entonces, la maldad puede afectar lugares... y seres impensados...
¿Será tal vez, como dijo, Nietzsche?: "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."
Ironizando un poco, dijo Oscar Wilde: "Como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas."
Pero claro, la vida es una dialéctica inextricable... "El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa." Dijo, Wystan Hugh Auden. Tan así, que a veces pueden ser, hasta nuestra madre, nuestro padre,  nuestros hijos. Más en unos que en otro...
Se me cruza en la mente algo de la trágica vida de Arthur Rimbaud... poeta y su poesía,  que desembocó luego en otras "licencias"...
Pero es bueno rescatar lugares, como este,  virtual, que nos atañe en este momento, donde existe la poesía de la amistad, que muchas veces es, hasta  más contundente y verdadera que en nuestra otra realidad paralela y supuestamente más tangible... y que siempre tengamos esta posibilidad de luchar y elevarnos en medio de un mundo avieso.

sábado, 4 de julio de 2015

El tesón debajo



Muchas veces podemos ver el efecto de la virtud humana produciendo brillantes resultados; como una nave que cumple con su función normal de despegue, y a partir de allí el vuelo inalterable... Pero cuando otros ven, lo fácil que parece, el despegue de esa nave hacia el cielo, no siempre piensan o imaginan todo el tesón invertido, y la energía ardiendo en los crisoles, desde la hora primera... Así el humano.

No siempre podemos juzgar los logros y éxitos de otros, como adquisiciones gratuitas. No les aplica a todos alguna metodología de lo fácil.
No se cosecha si no se siembra. Y la siembra implica, preparación, sacrificios y riesgos.

Tampoco podemos juzgar, unívocamente al revés, porque como dice, Eclesiastés 9:11 :
"Regresé para ver, bajo el sol, que los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos. "

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

martes, 23 de febrero de 2016

La libertad en un mundo de oposiciones

"La libertad siempre será relativa, y estará sujeta a ciertos parámetros físicos, sociales, económicos, culturales , etc...

La toma de ciertos compromisos que se "firman" en libertad, suelen traer aparejados, aquello tan mencionado, como, "libertad responsable".

Sin embargo, será la intensidad del anhelo hacia ella, lo que hará que el sujeto pueda tener la suficiente creatividad para vencer los obstáculos, y la suficiente fuerza de decisión para desechar, tanto de superfluo y parasitario que lo rondan, minando el crecimiento del ser. Habrá de estar alerta a los compromisos que toma, los que suelen articularse con elementos acotadores y limitadores de tal libertad.

La creatividad funciona, de alguna manera, haciendo a las mayores libertades del hombre, y aún así, no libre de las consecuencias del camino que tome.

La Ley de la Gravedad nos hace saber que no somos libres de soltarnos a un precipicio, sin las fatales consecuencias; sin embargo tenemos la creatividad de generar variados recursos que nos dan alas para poder sortearlo..."

Muy buenas noches a todos, amigos!!...

La libertad en un mundo de oposiciones"La libertad siempre será relativa, y estará sujeta a ciertos parámetros fí...

Posted by Juan Carlos Luis Rojas on lunes, 22 de febrero de 2016

martes, 10 de junio de 2014

Para ti. (Belleza del chamamé)

PARA TI
La vida en su eterno rodar
me hizo comprender que mucho te quiero
y a fuerza de tanto ambular
sé que tu querer es el verdadero.
En tus grandes ojos yo ví
esperanza y fe, luz en mi camino
y en el corazón presentí
que lo que anhelé me daba el destino.
Tu cariño ambicionado
llegó a mí sensiblemente
y te amó fervientemente
mi transido corazón.
Es tus brazos yo he encontrado
la ternura que acariciaba
la tranquilidad soñada
y te amé con devoción.
Contigo mi vida será
dulzura sin fin de dicha infinita
y en mi alma latente estará
por siempre hasta el fin tu gracia bendita.
Y ahora que todo logré
tu amor, mi ambición, bonanza suprema
por siempre a tu lado seré
la eterna canción del mejor poema.
Tu cariño ambicionado
llegó a mí sensiblemente
y te amó fervientemente
mi transido corazón.
Es tus brazos yo he encontrado
la ternura que acariciaba
la tranquilidad soñada
y te amé con devoción.
Letra y música:
Salvador Miqueri
T. Cocomarola



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Breve biografía de don Mario del Tránsito Cocomarola:
http://acordeonisima.com/ampliarbiografia.php?idbio=8 

Video en vivo:
http://www.taringa.net/posts/videos/934433/Video-de-Transito-Cocomarola.html 





jueves, 6 de julio de 2017

Vallas a los sueños

Siempre habrá

...Piedras en el camino; y aquellos, programadores subliminales del, no puedo, ni puedes... Con las vallas del NO, cercando a los sueños.
Se trata de avanzar en el camino, apartándolos.

"Si busco en mis recuerdos los que me han dejado un sabor duradero, si hago balance de los que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellos que no me han procurado ninguna fortuna"
Antoine de Saint-Exupéry

https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=vallas
Juan C. L. Rojas

jueves, 24 de marzo de 2016

Influencias de nuestro ayer

Siempre hay cosas, eventos, etapas, que se impresionan fuertemente en nuestra vida, y producen un reflejo que va con nosotros, inexorablemente. 
¡Siempre estarán allí! Se trata a veces, de que encontremos la forma de orientar ese espejo, de tal manera, que nos afecte lo menos posible si es negativo; y al contrario, si es positivo, que nos influya grandemente...
Juan Carlos Luis Rojas




INFLUENCIAS DE NUESTRO AYERSiempre hay cosas, eventos, etapas, que se impresionan fuertemente en nuestra vida, y...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on jueves, 24 de marzo de 2016

viernes, 7 de octubre de 2016

Aprender de cada revés

No te amargues ni te hagas ruin, sólo ve siempre lo que te enseña cada circunstancia... lo que se puede aprender. Al verlo con ojos parejos, desde ambos lados. Siempre hay una luz más que puede encontrar el sabio, hasta en la oscuridad, al ver con inteligencia.... A todos nos pasan las cosas... y la vida.
Juan Carlos Luis Rojas



miércoles, 24 de mayo de 2017

Las generalizaciones injustas

Si quieres acercarte a lo justo, no siempre emplees la lógica extremista del pensamiento... Las generalizaciones,  los, "todo, todos, nunca, siempre, nada,.."
Estarías dejando de ser lógico y así cayendo en lo injusto.
Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=pensamiento

lunes, 4 de julio de 2016

A paso firme

¡Ve a paso firme! ¡No necesariamente corriendo!, para alcanzar el tren.
Esto me hace pensar... (De vez en cuando cargo con  ese desafío).
Pensé en eso que la gente suele comentar... "Perder el tren"... ¿Qué será?
También suelen decir, que "cada cosa "Alguien" te da tu medida y a su tiempo debido"... que cada cosa Alguien te da en su tiempo determinado y no más allá,,, Será??... Y también te quita??

Ir a paso firme, sugiere la posibilidad de mayor control de la cosa. Ir corriendo implica presión; la necesidad de intentar conseguir cierta holgura a una evidente situación límite.
La expresión: "Perder el tren" se suele referir a perder una oportunidad necesaria y determinada en la vida, lo que a su vez podría significar la última. Sin embargo no siempre es tan así. Dependiendo del manejo sabio e inteligente de nuestra vida, podemos encontrar salidas relativas con el ejercicio de la paciencia y constancia. De tal manera que podemos notar generosidad en ella; puede haber un "barajar y dar de nuevo". Implica el equilibrio entre dos estados o funciones: la serenidad y la actitud alerta y previsora. 
Sin embargo la resultante también puede ser el otro extremo; de tal manera que por tal o cual circunstancia ha resultado feliz perder determinado tren; beneficio que uno puede darse cuenta después de un tiempo de ocurrido.
La vida es un juego de estrategias y re-acomodamientos, por la que uno debe ser flexible para adaptarse a ella y ubicarse en el contexto y punto apropiado de acuerdo a los recursos de que disponemos.
Ser demasiado esquemático puede llevarnos a error porque suele implicar inflexibilidad y por lo tanto el choque emocional con las circunstancias. Un desgate innecesario de energía en ello. No ser flexible genera la ceguera para ver otras opciones y caminos. Debemos estar dispuestos, llegado el caso, a modificar y cambiar nuestro rumbo.
El humano a veces tiende a ser extremista. O pendula locamente de un extremo a otro. No se trata de, ni chocar contra todo, ni esperar a las cosas de manera fatalista. Suele ser necesario, "hacer que las cosas sucedan". Implica lo pro-activo y la estrategia que da el equilibrio sereno.
Es muy cierto que lo que se siembra, eso es lo que se va a cosechar, y el resultado puede llegar a ser positivo o negativo dependiendo de cual fue nuestra siembra. 
No siempre me gusta emplear el concepto de bendición, porque puede conllevar una conclusión injusta de unos con respecto a otros. 
Hay expresiones extremas: 
"¡Gracias a Dios se salvo, fue bendecido!"... Y los otros que no corrieron la misma suerte, fueron castigados, maldecido, entonces?? Pensemos sobre ello.
Juan C. La. Rojas


lunes, 23 de enero de 2017

Nacionalismos y patriotismos

"El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad."
Albert Einstein

...En la medida que el humano se aleje de su pequeñez, y asuma la posibilidad de su grandeza, entonces,  se hará  menos sectario, menos discriminador, no necesitará de escudos y blasones... Olvidará sus fronteras...   
¿Se alejara de sus pequeñeces?...
Seguramente, surgirá aquí, desde algunos puntos de vistas,  el argumento sobre la "necesidad de la defensa de la patria". ¿Será así? Sin embargo, no siempre se lo "defiende" en sentido de justicia, sino, al contrario, en razón de intereses mezquinos , de corporaciones, de políticas, de tiranos, etc. No siempre siquiera roza algún  interés justo de la gente, si no por el contrario, como dice León  Gieco, "la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente".
Bastará que existiese alguna coyuntura de este tipo y la "manada" (que me disculpen los otros animales), corre tras ello con una fe mística, más que religiosa, y se construyen los fanatismos, y algunos desastres del mundo... Se marcha con esas frases como la patria, el honor, la tierra, la madre, el dios, etc.
Muchas veces  (muchos ejemplos), las guerras se inventan... se inventan enemigos por diversas razones, hasta para distraer o llamar la atención política y del voto... Por tierras, por petroleo, etc.
Y no todo el mundo tiene la suficiente elevación e integridad moral como para  decir, NO, a la barbarie, y a la "sin razón"; a veces por convicciones espurias, otras por pensamientos  cortados por lo mistico...
Puede que haya razones para defender con la guerra ¿?, pero alguien dijo que, "más se defiende con la paz que con la guerra"; Simón Bolivar, enunció: "De la paz se debe esperar todo, de la guerra nada más que desastre."
Erwin Rommel, (también nombrado Zorro del Desierto), tuvo que decir no, desairar, en algún  momento a Hitler, aunque pagó con su vida, pero sabía que todo lo que se proclamaba era un falso patriotismo y una propaganda tras otra para inventar la guerra, la guerra de un tirano... Un dictador que arrastró a multitudes, pero, construyó ese poder porque tuvo gente que lo apoyó con actitudes belicistas y de falsos o equivocados patriotismos.
Es lógico, se entiende, que hago esta reflexión desde más allá de muestra realidad actual, desde una utopía acaso; sin embargo, también  hubieron utopías en el pasado, concretadas al presente. Creo que todo lo imaginable es posible de realizarse. Creo que el hombre no debe quedarse arrellanado en el llano de su pensamiento. Debe acostumbrarse a mirar más allá de sus narices; al horizonte y hacia las cumbres. Es la actitud, la que le da calidad a la acción y al resultado. A lo positivo y plausible no se le ha de poner tropiezos basados en el temor.Eso,  y no lo otro, hará a su elevación.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Derecho a la felicidad

"Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla, tampoco lo tenemos a consumir felicidad sin producirla."
George Bernard Shaw

...Aunque todo es relativo, en la vida y en las cosas, casi siempre estará presente en nuestro andar, ese enunciado casi matemático que dice:
"Cosecharás tu siembra."
Hagamos nuestro balance siempre, y más apropiado aún, en estos días finales de un año más.
  Juan Carlos Luis Rojas

miércoles, 9 de marzo de 2016

Hacia los muros vecinos

"Sabrás que, siempre habrá hojarascas cayendo, e invadiendo, circunstancialmente, muros vecinos"
Juan Carlos Luis Rojas





"Sabrás que, siempre habrá hojarascas cayendo, e invadiendo, circunstancialmente, muros vecinos"Juan Carlos Luis Rojas Buenas noches a todos!!...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on miércoles, 9 de marzo de 2016

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sólo disfrutemos


Una vez más aquí, en esta vorágine irrespetuosa del tramo final del año, con sus fiestas, que (acaso) conlleva el espíritu que debiera...
No siempre es así.
Digo acaso, porque, el humano suele tener la tendencia, no de fluir, sino de intentar saltar más allá de su ombligo, y esforzarse tras el viento de lo vano, en donde, en lo íntimo del seno familiar, se avienta a la fragua, y se elevan las presiones; el halar hacia aquí y hacia allá a las voluntades de unos y otros, pisoteando las libertades, para convertirse, lo que debiera ser un regocijo, en cargas de amarguras de diferentes niveles de peso...
Y uno de los errores estriba, en que casi siempre hay uno, o dos, o tres, que quieren imponer las cosas a su manera; alguien con la batuta auto-asignada, y que en su afán arbitrario desafina el concierto...
Un adornito de más o de menos puede llegar a ser calamitoso. O si un turrón que falta, o si una bebida, o si un horario, o si un viaje... Y aquello de: ¿con quien vas a pasar?... Que si en la casa de tu novia, o si en lo de tu tía o con el gato, o con el loro... Que si vas allá, entonces yo aquí, y etc, etc.
Supongamos que hasta esto sea divertido (ponele), y entonces disfrutemos... Acaso.