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martes, 24 de enero de 2017

Vorágine

Vorágine

"...Por suerte, en la mente... y en el sueño, y el ensueño, todo es posible. Y puedes alcanzar la liberación, tantas veces te lo propongas... Claro, importante encontrar el espacio de tiempo y lugar, además del desapego de esa vorágine lodosa que a veces nos estanca, o es, peligrosamente nos alienante..." 

JuanCarlos Luis Rojas

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sábado, 5 de septiembre de 2015

Vorágine "prosaica"

Sí. Imbuido por estos días, (como muchas veces nos puede suceder), en la vorágine "prosaica" que es parte de la vida, de donde también surge, la poesía callada, no gestada en el poema, sino que danza, simplemente, entre el silente transitar de nuestros espíritus.
¡Buen fin de semana, a tod@s, familia, amigos!...

viernes, 21 de diciembre de 2018

Un brindis


Una  más, en esta
de tiempos medidos
en hitos convencionales...

Una vorágine de sensaciones
expectativas, esperanzas...
La sensibilidad más intensa
hacia el éxtasis o la frustración.

¡Sin embargo, es la emoción...
la medida más certera y profunda del ser!

La emoción en los silencios/
en la euforia
o en el grito...

La algarabía en torno de la soledad
coronando de lo álgido.
alguna desértica desolación.

Pero aún así/
¡innegable se mueve la esperanza!
El hombre apuesta una vez más
a sus anhelos
a sus sueños
y hay un cantar en el balcón de su alma.

Aquí estamos/
desde nuestra marcha/
en los términos de calendarios y relojes.
Y nos apoyamos
en el alfeizar de una ventana
en la penumbrosa habitación
que enumera y memora nuestros sueños...

Allá en lo alto las estrellas
donde navega una luna rutilante.
Meteoros fugaces
centellean en nuestra mente.

Acorde de voces se oyen,... de risas.
La flor de la emoción en los ojos
que transfieren un brindis,
en éter perfumado de vida,
en el sonar de cristales.

Y va mi abrazo extendido
familia, amigos, y aquellos...
que comulgan un sueño.
Seres de buena voluntad
que enarbolan una esperanza
ante la felicidad posible
en un nuevo tramo del tiempo.

¡Y nada más que esto!
¡Con la acción detrás del anhelo
habrá de sernos bendito!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


martes, 20 de junio de 2017

Padres... patria

En la vorágine personal de cada cuál, solemos olvidar detalles o hasta de cosas importantes,... (aunque hay cosas esenciales), ahora se trata de cumple-fechas...
Me cayó por sorpresa este día feriado...

¡Buen pasar a todos!...
Y ojalá nuestros políticos puedan ser dignos y honrar el ejemplo de otros hombres probos de nuestro pasado, no por símbolos ni míticas, sino por hechos y actitudes concretas en nuestra historia...
Juan Carlos Luis Rojas

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viernes, 8 de agosto de 2014

Carroza de fuego - (Narrativa de Juan. C. L. Rojas)


La soledad, el aburrimiento; ver que todo el mundo se divertía mientras él estaba confinado entre esas murallas, le producía a veces intensas ganas de escapar. 
A la imperiosa necesidad de libertad se agregaba el fuego de la adolescencia, apremiándole, transmutándose en formas de travesuras y trasgresiones.  Recordó que era la última fecha de corsos y comparsas.
“De todos modos voy a ir”, pensó, “aunque se entere el gringo... es probable que algún vecino chismoso le cuente”. 

La sombra de la tarde caía sobre los naranjales; la quietud calurosa del día sumaba también al caldero de sus pensamientos.  -¡Iré de todos modos! –se dijo en voz alta reafirmando la decisión.  La fuerza del anhelo pudo más que el temor a las palizas y se preparó para viajar. A las nueve de la noche partiría el único micro hacia la capital correntina. Sin embargo, cuando se acercó a la salida, le sobrevino la duda consumiéndole minutos que no le sobraban.  -¡Maldito ruido del portón! –murmuró. “¡Es irremediable! ¡El doctor se va a enterar!”, pensó. Quedó paralizado.

La opresión implacable suele construir al miedo. Ese temor creaba en él la sensación de estar perseguido, pero su voluntad volvió a la carga; observó hacia un lado y el otro, se trepó al muro y saltó hacia la calle. La paranoia lo acompañó en la forma de muchos ojos que lo perseguían; pero avanzó deprisa, escapándose.  

“Almacén de ramos generales de Sáez y Cia.”, decía el letrero bien grande sobre la entrada del comercio. Un micro con el motor encendido, parado en la boca del galpón contiguo al negocio, le hizo acelerar el paso. Se dirigió a quien parecía ser el chofer, que esperaba fuera del transporte.
-¿Para ir a Corrientes, señor? -le preguntó. 
-¡Allá tenés que sacar pasaje, pibe! ¡Pero dale que nos vamos!
 –“Este se piensa que uno nace sabiendo”, pensó, mientras caminaba a sacar el pasaje. 
“Ya estoy en marcha, ¡deténganme si pueden!”, pensó, al tomar asiento. Su respiración y actitud denotaban sentido de logro. Ya no tenía la molestia de la indecisión rondándole en la mente; pero estaba aturdido, excitado en su alegría. No operaba en él otra cosa más intensa, que la fuerza de atracción por la libertad compeliéndolo entre las fibras del riesgo.  
-¡Pasajes! –se oyó en los asientos de adelante. 
Esa voz, elevada por sobre el murmullo de las conversaciones, cortó de manera abrupta sus pensamientos. Se puso lívido. Su palidez se enfrentó a la sonrisa burlona de quien avanzaba por el pasillo con un talonario en la mano.   
-¡Boletos!...¡Conque yendo de farra, eh! –le dijo el inspector, inclinándose sobre él mientras cotejaba los papeles. Atinó a esbozar una sonrisa tímida como respuesta, mientras pensaba: “¡Este chismoso metido! ¡Seguro que le va a contar al padre! ¡Ese viejo burlón, cuando se encuentre con el alemán!... ¡Se va a enterar!  Mientras pensaba esto, ya no veía a su interlocutor que aún estaba allí verificando el talón de pago, si no al panorama de su imaginación, donde se miraba a sí mismo, bailando al compás de las patadas y sopapos del alemán, propinadas como castigo por el paseo clandestino. La paranoia le hizo sentirse otra vez blanco de las miradas, pero dio un vistazo como al descuido y observó que había otras personas entre los pasajeros a quienes también conocía. Al verlos pensó: “Al fin de cuentas todos están ocupados en lo suyo”. Se recostó en el respaldo relajándose. 

Cuando llegaron no tuvo necesidad de preguntar la dirección del corsódromo; por las conversaciones que escuchó mientras viajaba, supo quiénes de los pasajeros se dirigían hacia allí y los siguió.  A medida que caminaba las pocas cuadras, los condimentos de la emoción dosificaban en su cuerpo la adrenalina que le hacía brillar los ojos y le daba un leve cosquilleo en el estómago. Música, serpentinas y luces acentuaban el clima de ambiente festivo; de algún lugar venían a mezclarse sonidos de percusión. Deprisa se metió entre la gente filtrándose hasta el centro más tumultuoso. Buscaba un lugar cómodo, donde pudiera ver; el apretujón le hacía transpirar y andar errático. Logro ubicarse, por fin, cerca de un grupo de chicos, tal vez por casualidad, o más bien porque sus ojos fueron arrastrados hacia allí con un imán poderoso, que doblegó totalmente sus miedos y pudores.

La niña (no tan niña por las curvas ostentosas y su modo de mirar) se contoneaba rítmica y delicadamente al son de la música. Toda su actitud era una inequívoca y graciosa invitación a lo sensual. 
-¿Y este deleite de mango maduro? –murmuró, mientras apuntaba sus ojos en el centro mismo de la mirada femenina que se desvió, luego de detenerse un instante en él. 
-¡Qué me importan las palizas! –murmuró otra vez-. ¡Todo lo que me habría perdido si no venía! 

La murga que inició el orden del desfile, aumentaba el sonido de parches y batientes al acercarse;  cada golpe de los tambores era también una excusa más para el acercamiento y el roce de los cuerpos.  Ahora la mirada de la niña volvía a él y entraba sin recato en el alma de sus ojos, en su sangre; dándole además la yapa de una sonrisa que inducía en sus deseos le interpretación de permisos inconfesables. 

-¡Tengo que acercarme un poco más! -se dijo, entre divertido y ansioso.  Volteretas de payasos ruidosos delante de la marcha, los distrajo por un momento del hechizo erótico. La comparsa, Copacabana, avanzaba con bailes y cánticos, entre brillos y luces, al compás de ritmos delirantes y estruendos, que cargaban molécula a molécula la libido adolescente. En lo alto de la carroza, la reina movía la hermosura de su cuerpo, vestida de tenues plumajes, al tiempo que parecía sonreírle a cada uno de los espectadores, de quienes se veía la respuesta en la excitación de sus ojos.  Pero Juancito Gómez, ya no dedicaba atención a esa belleza encumbrada en la sensual carroza de fuego, colmada de luces y ornamentos. Su generoso embeleso estaba allí, en la niña que cercana a él, no sólo le extraía sonrisas, sino también, le ponía burbujas en la sangre, susurros en los labios, que aunque no se escucharan con nitidez, ambos lo entendían.  Rozaron sus manos dos veces; a la tercera sensación de tibieza sobre su dorso, él tomó la de ella, mientras todo parecía moverse en la vorágine enloquecida. Ya no tenía noción de tiempo; sólo sentía instantes placenteros sucediéndose sin conciencia de transición.
“¿En qué momentos fue que la tomé de la cintura?”, pensaba embriagado de éxtasis, sonriente. La relación fluía sin esfuerzo, como el desenvolvimiento normal de la naturaleza. 
-¡Vamos! –leyó él en los labios de ella, que señalaba  la tarima donde se apoyaban sendos bafles.
Sin dejar de bailar, sin soltarse la mano, fueron desplazándose hacia ahí.
No tardaron los besos. Sin remordimientos se olvidaron del mundo.  Otra comparsa desfilaba ahora, entre serpentinas, espumas y matracas. Este grupo tenía más agilidad en el ritmo musical y el movimiento coreográfico. Mientras Copacabana se manifestaba en la suntuosidad de los atuendos y ornamentos, Ara Verá sobresalía en la belleza de las figuras del baile y de las jóvenes, enfundadas en su propia piel, con alguna escasa vestidura y brillos relucientes.  
Recostados en la tarima, él y la niña, vibraban acorde el sonar de los altavoces, pero también ellos estaban en sintonía y resonancia entre sí. El lenguaje de la mirada sugestiva de la niña otra vez actuó y Juancito Gómez entendió el favor de las circunstancias; ambos se sentaron a descansar (si vale como excusa), sobre una madera que unía las patas del mesón; pero eran ciegos espectadores del desfile; tal vez alguien lo era de sus besos.
Un hule misterioso, inesperado,  que cubría la parte libre de la tarima y que rozaba sus cabezas les llamó la atención.  
-Agarrá la tela con tu mano derecha  -le dijo él, al oído, mientras hacía lo mismo con su mano izquierda. Ella sonrió con ganas al darse cuenta de la picardía.
Fueron jalando el paño detrás de sus espaldas.  -Un poco más -le pidió él, y el hule tocó el piso. 
Algo continuaron hablando cada uno en el oído del otro, mientras la carroza de Ara Verá se acercaba lenta y monumental. Ambos se hallaban prestos y ansiosos, con su mano aún aferrando el orillo de la tela. Él observaba el desplazamiento de la sombra de la carroza; sombra que barría con lentitud al gentío en las primeras filas de las gradas; la gente embelesada dirigía sus ojos a lo alto de la muestra rodante, pero la atención de los jóvenes era algo simple: nada más que la ubicación de la carroza y su sombra al desplazarse, lo que ahora ya pasaba sobre y delante de ellos; y entonces con un sólo movimiento de sus brazos se ocultan; mientras una oscuridad barre el hule, y otra los cubre en su pequeño universo íntimo.  Rieron sólo unos instantes bajo la cubierta del pliego y los tablones; luego transformaron su risa en susurros, besos y caricias.
Se hallaban hundidos en el abismo del bullicio que ya no oían; solo sentían el placer en la paradójica comunión de jadeos y gemidos.   El camino sonoro de la noche fue perdiendo decibeles; fue menguando la intensidad de la algarabía; los ojos se alargaron en la despedida indeseable y golpeó el adiós impertinente a un momento juvenil sin preguntas y sin respuestas.
Ahora el regreso, con la soledad del pensamiento donde la niña aún permanecía en imagen, su cuerpo, sus ojos. 
Bocinazos insistentes le hicieron levantar la vista del suelo. Del Jeep, que en el medio de la calle aceleraba su partida, veía la efusividad de unas manos agitándose en una ventanilla; el saludo provenía de una silueta joven de mujer.  “¡El Jeep del intendente!” murmuró, mientras respondía al saludo.
“¡Es María!”, se convenció regodeándose entre incrédulo y regocijado.  Su amor inconfeso de séptimo grado, oculto en su corazón, la dueña de la mirada más hermosa, la que apoyaba el rostro en el pupitre sobre su brazo para mirarle desde una punta de la sala hasta el otro extremo donde se ubicaba él, ¡estuvo allí mismo, entre ese gentío, y no pudo verla! ¡Ahora va ahí, atrapada en el auto de su padre, el intendente de Paso de la Patria con quien trataba el alemán!

Su actitud oscilaba de regocijo a preocupación, de preocupación a regocijo. ¿Se enterará su tutor mediante esta nueva vía posible del chisme, acerca de  la travesura de haberse ido a Corrientes sin permiso?.  El viaje de regreso fue calmo y adormilado, pero con gran actividad de sus cavilaciones.  “¡Me saludó tan efusivamente!... ¿Será que me quiere?... Y yo jamás le dije lo que siento por ella, ¡qué bobo!... Pero esta... ¡qué regalo de carnaval!... Ofelia...  ¡Qué nombre, pero qué linda!...¡ni siquiera le pregunté la dirección!... Para qué, si nunca podríamos vernos. ¡Oh, Dios! ¡Qué es esto que se siente! ¿Gané?... ¿Perdí?... ¿Es placer o es angustia recordar? Otra vez el encierro, esperar... cuando sea no sé qué...”. 

Al llegar ya despuntaba el alba; entró sin recaudos ni temores. Presuroso acomodó todo en la casa, para que no muestre el aspecto de haber sido abandonada.   Pasada las ocho y media de la mañana, sonó una voz, llamando desde la vereda, frente al portón. 
-¡Juancito! ¡Abre!  Era el alemán; el doctor regresaba de su turno de trabajo en Isla del Cerrito.  Ese día transcurrió normal; en el siguiente se desencadenó lo que temía.  
A mitad de la mañana vio ingresar al intendente, acompañado del alemán, con unos papeles en la mano. Les oyó hablar acerca de la protección del hospital de Paso de la Patria por la peligrosa crecida del río. 
-¡Juancito, trae un asiento! -ordenó el doctor. El adolescente cumplió la orden y saludó inclinando la cabeza; seguido siempre de la atenta observación de su tutor. 
-¡Así que te fuiste a divertir anteanoche! –dijo ingenuamente el visitante con intención de entablar un diálogo con el joven, que demudó su rostro al instante. 
-¿Cómo? –preguntó el doctor, levantando de inmediato la cabeza con clara actitud de haber sido burlado. El adolescente ahora cambió su color, del pálido al rojo. 
-Nos vimos en el corzo... ¡bueno, el chico tiene que divertirse doctor! –dijo el intendente, tratando de enmendar el error involuntario de haberlo delatado. 
-¡¿Con el permiso de quién?! –vociferó el alemán, dando dos pasos hacia el chico. Este sintió un agudo dolor en el oído al ser jalado con fuerza desde el lóbulo de la oreja en una media vuelta alrededor de su verdugo. 
-¡O te enderezo, o te rompo! ¡Ya verás! –concluyó el alemán, dejando incertidumbre en cuanto a si concluyó, o no, el castigo.  

Lo que definitivamente no concluyó, era algo en lo profundo del espíritu o del alma del niño,  algo que tenía y faltaba al mismo tiempo.   La niña del corso no desaparecería de su mente pero ya no tendría cómo contactarse. Era una puerta más, de esas misteriosas, que se abren hacia el vacío. Vacío que quizás, algún día, signifique su libertad.


AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas



lunes, 30 de julio de 2018

Sentido de altruismo

La vida es tan frágil que merece "vivirla"... Lo que incluye también, "saborearla con reflexión", no se trata de fluir simplemente, sino, consider el grado de nuestras responsabilidades para con nosotros mismo y nuestro entorno: el otro, el prójimo, el "próximo"; si lo lejano, aún cuánto más lo cercano.
A veces caemos en la vorágine de nuestras cosas, "nuestros intereses", y descuidamos  las pequeñas  y grandes cosas que nos rodean, en las que podemos aportar algo.
Todo es relación humana. No podemos cargarnos de peso innecesariamente, pero no podemos evadir el uso de empatía, el sentido de altruismo.
Un abrazo a todos.
Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=relación

viernes, 12 de octubre de 2018

Novena sinfonía

"...Y la vida es esa... como lo expresó musicalmente  Beethoven...
Empezamos naciendo para crecer, y creciendo para morir...
La vivencia está en el cúmulo de variaciones que nos da, esa modulación que sube y que baja generando grafías singulares; picos y valles que varían según las circunstancias. El avance no es sólo sortearlos, sino reconocerlos y aceptarlos. ¡Eso es vivir! Manejar el sufrimiento y el placer, la dicha y la desdicha...
La felicidad se conjuga en el mejor entendimiento y aprovechamiento de ello... Entonces: cada ser está inserto en su propia sinfonía, en su singularidad.
En ella el crescendo o el  rallentando... o el calderón de largo silencio imprevisible... melodías crecientes y decrecientes. La vorágine esperanzadora de la alegría, y sin embargo, también la tristeza agazapada...
Y marchamos como heraldos llevando las virtudes y recompensas, y las mutilaciones de la carne y del espíritu."
Juan Carlos Luis Rojas

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Poesía o narrativa?

¿Poesía o narrativa? La elección es contundente. Está a la vista. La poesía es mirada de soslayo. Con cierta indiferencia; como cuando se mira algo inútil. "La poesía no interesa. La poesía no vende", decía un amigo, y tiene razón. Sin embargo... No siempre, por el hecho de que algo surge por elección mayoritaria, significará lo superlativo, lo bueno, lo correcto. Pregunto. Busco una respuesta. ¿Por qué es tan contundente esta elección cuantitativa? Sí. Enfatizo: No significa calidad. Lo mayoritario no siempre involucra niveles cualitativos. ¿Es un concepto elitista lo mío? Puede ser. Pero... Se me ocurre que hay una razón para el mundo que conocimos. Hay algo que hace a su conformación. Dentro de sí, en el centro de la vorágine de su espíritu, existen infinitos ciclos recurrentes de causa y efecto; una reversión constante. Una especie de feed back o retroalimentación, que da vuelta y regresa sobre lo dañino, o que por lo menos produce un encierro en cierta miopía que es paradójica a la inmensa posibilidad de inteligencia y sabiduría. Hay una tendencia a buscar lo superfluo, y escapar de todo lo que conlleve profundidad de pensamiento. Pareciera ser más entendible y atendible lo prosaico que lo espiritual. Se diluye en el desinterés aquello que rescata valores que van más allá de lo mezquino, más allá del propio centro del ego. Entiéndase que no pretendo volcarme ociosamente hacia lo etéreo, pero observemos la realidad, ¿qué es lo que más se consume en literatura? Alguna vez habremos oído el siguiente comentario que nos ilustra: "Busco una novela entretenida para las vacaciones", (de todos modos, quien ha hecho el comentario, seguramente, siempre lee novelas "entretenidas"). Algunas estadísticas ponen este orden de consumo: ensayo, novela, cuento y al final la poesía. Por supuesto, se sabe, ¡hay cada ejemplar de poesía! Sin embargo, hablando con más seriedad, e insistiendo: el mundo necesita de la poesía. Más poesía a esta dura realidad.
www.clarin.com/diario/2008/07/08/opinion/o-01710551.htm
 Para que tengamos un mundo mejor, el mundo debería incorporar y comprender a la poesía; necesita liberarse un poco de lo prosaico y profundizar en lo espiritual. Quede bien en claro que no estoy hablando de religión. Hablo de la obra y actitud poética que se une con el Todo. Esa es para mi la verdadera poesía como obra de arte. Hilando más fino, aclaro, que con esta reflexión, no intento hacer una división estricta ateniéndome sólo a formas y estructuras. El verdadero "escrito poético", en el sentido de su profundidad, también puede estar contenido en la narrativa u otras formas literarias. De hecho, hay narradores que son verdaderos poetas. La poética genuina, es la que involucra a todo aquello que puede integrarse en lo Universal; la que, por ejemplo, si refiere identidad, no promulga ni hace apología sectarista, sino que despierta al hombre hacia un sentido fraternal y cósmico. El arte en sí debe ser cosmológico. Muy bien, el tema da para ahondar en otra ocasión. Ya conocemos la realidad. Te dejo la pregunta: ¿No crees que esa realidad necesita alguna corrección?...
 Juan Carlos Luis Rojas

sábado, 12 de noviembre de 2016

Estas palabras

Completo ya/    esta cobertura/
    esta amalgama bicolor
        duales sabores del alma.

Silencio hoy estas palabras
    que brotan de sedientas quebradas.
Estas que oran/
    a estrellas escondidas detrás del Sol.
Sol que seca impiadoso
    hasta las piedras incrustadas
        en este celaje malfarial de mi espíritu.

Y no son
palabras para herirte/
    ni para que bajes los ojos
        con el peso de unas lágrimas
    ...son para que sonrías al mirar más allá/
a esa mies
    prolongada en la esperanza
        que abrillanta sus húmedos resplandores
            sobre el verdor matricial de la vida/
                Esta vida mía/
                    tuya/
                que ha hecho manar luces
             de áridos eriales.

El torrente insulso de metáforas
    no puede explicarte
        la vorágine que chispea aquí en mi pecho.

Es sabido
    que congrega rosas de espumas el mar
        tras el batir de sus olas...
            que puedo beber el vino
                si he cuidado la vid...
            Así/
                incipiente se gesta la ternura
                    bajo los prolijos surcos cultivados.
            Lo sé
                he cosechado tus manos/
            tu cuerpo/
                lo sé/
                    ¡Quién sabe
                        si también tu corazón!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

jueves, 21 de mayo de 2015

sábado, 6 de febrero de 2016

Cosmos infinito



Era el silencio, era el misterio
nada existía
ni visible, ni invisible.
¿Dónde estaba el cielo, dónde el aire, el agua?
¡Ausente el mar profundo con sus corales
del firmamento la inmensa bóveda!
Nada de aliento
en aquél caos incomprensible.
Sólo el orden de la nada
donde... nada, nada boga en la inmensidad.
Ni días ni noches
con sus reflejos de rosa y nácar.
¡Oh, la bella aurora
no aparecía dorando el cielo!
Ni cabían pensamientos
en las primeras horas del alba.
Era sólo sombra, lo que envolvía a las sombras.
Y allá , en las tinieblas las sombras callaban
en el fondo insondable del vacío
y acaso, ningún concepto
ni pasado, ni futuro era tal.
Nada más, que misterio y silencio.
Y éstas son las respuestas a tus preguntas
desde la naciente de los días
cuando el Todo era la nada
y la inexistencia misma de decir, nada
en el oscuro pigmento de las tinieblas.
¡Sombras! que pesaban en lo infinito del tiempo
y era luz que de tanto ser, era sólo
densa sombra.
Negrura abarcando lo insondable.
Ella era el peso gravitacional
que se apretujaba en su centro
mientras, en sí misma
dialogaba la inteligencia
cimentando leyes primigenias.
Cada presión, centrípeta y abismal
asentaba el estadío de los tiempos
energizadas de ecuaciones eternas.
Y con otros signos, a su vez
en la matriz, se afianzaba el verbo.
Con cada grado de presión
inteligentes en sí mismo
un nuevo elemento diseñabase,
para formar el sistema de lo cuántico
que todo lo incluye y lo abarca.
Acelerada e inexorable ¡descendió!
la vorágine de la tormenta.
¡Tempestad devorada en su centro!
Llegó el tiempo de la saturación de lo completo
donde el crisol ¡intenso! restallaba.
Miríadas de vibraciones y zumbidos
se aceleraron de repente
en intensidad, velocidad, frecuencia
¡apretujándose!
en calor, de plasmas oscuros e infinitos.
Ahora... ¡Ahora sí! Ha estallado enceguecedor
con la energía que todo lo aglutina
en el arco iris infinito de las vibraciones,
en la formación de las huestes celestiales,
explosión acordada y expandida
desde el centro mismo de la inteligencia
y aquí navegamos,
en cada punto bendito del Cosmos
¡humus, esencia,
y polvo de estrellas!
Autores en dueto:





Cosmogonía infinita Era el silencio, era el misterionada existía ni visible, ni invisible.¿Dónde estaba el cielo, d...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on viernes, 22 de noviembre de 2013

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sólo disfrutemos


Una vez más aquí, en esta vorágine irrespetuosa del tramo final del año, con sus fiestas, que (acaso) conlleva el espíritu que debiera...
No siempre es así.
Digo acaso, porque, el humano suele tener la tendencia, no de fluir, sino de intentar saltar más allá de su ombligo, y esforzarse tras el viento de lo vano, en donde, en lo íntimo del seno familiar, se avienta a la fragua, y se elevan las presiones; el halar hacia aquí y hacia allá a las voluntades de unos y otros, pisoteando las libertades, para convertirse, lo que debiera ser un regocijo, en cargas de amarguras de diferentes niveles de peso...
Y uno de los errores estriba, en que casi siempre hay uno, o dos, o tres, que quieren imponer las cosas a su manera; alguien con la batuta auto-asignada, y que en su afán arbitrario desafina el concierto...
Un adornito de más o de menos puede llegar a ser calamitoso. O si un turrón que falta, o si una bebida, o si un horario, o si un viaje... Y aquello de: ¿con quien vas a pasar?... Que si en la casa de tu novia, o si en lo de tu tía o con el gato, o con el loro... Que si vas allá, entonces yo aquí, y etc, etc.
Supongamos que hasta esto sea divertido (ponele), y entonces disfrutemos... Acaso.

viernes, 23 de diciembre de 2022

Solo disfrutemos, con el espíritu, sin obsesionarnos con lo superficial

Una vez más aquí, en esta vorágine irrespetuosa del tramo final del año, con sus fiestas, que (acaso) conlleva el espíritu que debiera... 
 No siempre es así. 
 Digo acaso, porque, el humano suele tener la tendencia, no de fluir, sino de intentar saltar más allá de su ombligo, y esforzarse tras el viento de lo vano, en donde, en lo íntimo del seno familiar, se avienta a la fragua, y se elevan las presiones; el halar hacia aquí y hacia allá a las voluntades de unos y otros, pisoteando las libertades, para convertirse, lo que debiera ser un regocijo, en cargas de amarguras de diferentes niveles de peso... 
 Y uno de los errores estriba, en que casi siempre hay uno, o dos, o tres, que quieren imponer las cosas a su manera; alguien con la batuta auto-asignada, y que en su afán arbitrario desafina el concierto... 

Un adornito de más o de menos puede llegar a ser calamitoso. O si un turrón que falta, o si una bebida, o si un horario, o si un viaje... 
Y aquello de: ¿con quien vas a pasar las fiestas?... 
Que si en la casa de tu novia, o si en lo de tu tía o con el gato, o con el loro... Que si vas allá, entonces yo aquí, y etc, etc. 
 Supongamos que hasta esto sea divertido (ponle), y entonces... disfrutemos... Acaso. 

 Autor: Juan Carlos Luis Rojas 


                                                      Imagen de Pexels en Pixabay 


domingo, 31 de enero de 2016

Lumbre de amar

                                                 Imagen de internet: 
                                                 https://josamotril.files.wordpress.com/2011/05/amantes.jpg
La madrugada detiene
su ser
de luces y sombras 
para ser en el tiempo amante
tumultuoso silencio y vorágine,
rodando sobre tu ser,
donde el vuelo del sueño
ha descendido
sobre el fuego,
y la lumbre del amor...

La noche
ha derramado sus encantos
misteriosos
en cálido fluir
de jadeos y susurros...
en rebeldía de la pasión que vuela
a ensayar la prueba
en tu desafío y entrega...

Es la pasión
que espera,
que sueña,
el entalle 
de cóncavos 
y convexos
que encienden
las cálidas curvaturas 
en las auras hechizadas de tu piel
y así
ha sido,
tu cuerpo,
como la tierra
devorando a la lluvia
que ahora navega
feliz
en los suburbios
alados
de su sangre,
para brillar,
en su lumbre vivás
donde nos recuerda
que al fin
es bello vivir.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

miércoles, 8 de febrero de 2017

Vida de poeta

Salvo por la ayuda de mecenas, cortesanos y algunos otros, los poetas, bardos, juglares... cantaron, cantan por cantar... Por ser y esencia. Pero que bueno si pudieran vivir de su dar, para que su canto sea  más y mejor, y no estén distraídos en la vorágine prosaica de la vida.
Juan C. L. Rojas

"...Hay muchos escritores que viven de la escritura, pero por lo general se trata de novelistas, cuentistas o ensayistas. Acá cabe, además, preguntar acerca de la diferencia de denominación. ¿Es un escritor el poeta? ¿El poeta es un escritor? No es algo que vayamos a tratar en esta nota, pero sin duda que hay diferencias, tanto en el producto como en su naturaleza. Hay también muchos poetas que viven de escribir, pero de otro tipo de escritura, la periodística, la ensayística, la circunstancial de modo de rebuscárselas en la vida. Poeta, lo que se dice un poeta que viva de la poesía no conozco a ninguno.

Los hay traductores, empleados de librería, representantes ante organismos internacionales, promotores de libros, comentaristas de libros escritos por otros y hasta cancilleres.

Ni hablar si uno se pone a hurgar en la historia de la poesía. Eliot era banquero, Neruda embajador, Borges director de la Biblioteca Nacional, Juanele trabajaba en el registro civil de Paraná, Yánover era librero, Pessoa empleado público y Rimbaud contrabandista..."
http://www.fernandopeirone.com.ar/Lote/nro094/poeta.htmO