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miércoles, 4 de mayo de 2016

lunes, 8 de diciembre de 2014

Amistad en internet

Universo de internet.
Es complejo el mundo de las relaciones en internet. En las redes sociales, y toda su globalidad... Como todo en la vida, tiene sus sabores y sinsabores,... lo bello de lo genuino y verdadero, aún al margen de lo fugaz o lo perdurable...
También hay riesgos; lo que requiere de las diversas inteligencias... en especial, (muchas veces), las inteligencias: estratégica y emocional.

Es necesario aprender a reconocer dónde uno está parado y delante de quién,... saber de las limitaciones que poseemos en el sistema; las acotaciones de tiempo, de espacio, de distancias, de posibilidades en todo sentido,... y entre ellas debe incluirse la factilidad económica. Nadie puede decir aquí, que,  (dependiendo donde se quiera llegar) no importa lo económico. Si uno tuviera la facilidad de tomar un avión e ir a dar un abrazo a un amigo, seguramente lo haría. En ese sentido las concreciones amorosas pueden tornarse irreales en lo tangible.

Reconocer dónde uno está "parado" significa entender la propia limitación, y también comprender (usando empatía), los condicionantes desconocidos del otro, aquel/aquella que interactúa con nosotros. Los humanos tenemos tendencia a generar, para nosotros mismos, expectativas desbordadas, carentes del equilibrio de lo justo y lo posible.

Sin embargo puedo presentir, sentir, saber... que puede ser una realidad el afecto, la amistad, el profundo sentimiento, y hasta en grado mayor aún, que en el transcurrir cotidiano de esa vida que llamamos "real", en contraposición a lo llamado "virtual". PERO TODO ESTO DEPENDE DE LAS PERSONAS INVOLUCRADAS, los individuos, la comunidad, nosotros mismos, la honestidad relativa de cada quien. El compartimiento y las reglas (tácitas o no), en esas asociaciones en donde nos movemos.
Si pensamos que todo es mentira, estaríamos cayendo en nuestra propia trampa, estaríamos haciendo realidad nuestros propios prejuicios, por correspondencia recibiríamos ese búmeran.

¡Atención! Aquí también aparecen los marginales,... delincuentes, aprovechadores, etc.

Internet es un inmenso mundo de infinitas posibilidades en venturas y desventuras, éxitos y fracasos en los diversos propósitos y objetivos que nos asisten.

En el mundo físico y "tangible" del entorno en donde vivimos cotidianamente existen variables de acciones e interacciones (amistad, entretenimiento, negocios, etc). Así también lo es en internet, y creo que está destinado a ser mayor aún, más amplio, más abarcador, más productivo, cualquiera sea su índole, abstracta, concreta, espiritual, física, etc.
Nuevamente: un mundo donde debemos aprender a manejar nuestras diversas inteligencias; aprendiendo y co-aprendiendo, la ética que nos revele como humanos de buena voluntad.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 5 de enero de 2018

sábado, 18 de junio de 2016

Lo que no sabemos, o no queremos saber

Tuve que frenar para no pisarla...
Si existe lo fortuito, fortuito sería este accidente...
Ella ni se dio cuenta de toda la maniobra y malabarismos que hice en mi estado febril...
La hormiga inmutable, avanzó con su carga vegetal, cuatro veces más grande que ella.
Así es en la vida. Puede que ciertas personas ni se den cuenta de todo lo que hiciste por ellas, incluso los íntimos.
¿Será por aquello de,... "que no sepa tu derecha lo que hace tu izquierda?


sábado, 6 de febrero de 2016

También es tu problema... Son tus problemas.

                                  Imagen de internet: http://www.treecreativity.com/2012/04/la-carta-de-la-tierra.html


A los hombres, al humano, muchas veces se les escapan la verdadera proporción de ciertas magnitudes, y no entienden la verdadera dimensión de muchos eventos, acaso hasta que les ocurra, en su propio ser y entorno próximo.

El hambre de su "prójimo", no lo entiende, menos sus causas,  secuelas y derivaciones...
Los desastres "naturales" les suele ser lejanos; sólo atiende su juego, sin aceptar que ese mismo juego, puede ser condición suficiente, para que las consecuencias recaigan sobre sus propias cabezas.

No entienden que la Tierra donde pisa es su hogar y el hogar de todos. Su consigna egoísta suele ser: No es mi problema.

Salvo algunos pocos, no saben , ni les interesa saber sobre teorías sustentables. Necesitan hacer sus casas, construir una ciudad, y sin miramientos cortan un árbol.

Hombre... Son tus problemas, y causas, y consecuencias,(no azares), lo que acaece en el mundo, y directa o indirectamente te alcanzará.

A cada instante es momento del ingenio creador, donde puedas construir, y no destruir.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas





Buen sábado, buen fin de semana para todos, amigos..."También es tu problema..."A los hombres, al humano, muchas...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on sábado, 6 de febrero de 2016

martes, 23 de febrero de 2016

La libertad en un mundo de oposiciones

"La libertad siempre será relativa, y estará sujeta a ciertos parámetros físicos, sociales, económicos, culturales , etc...

La toma de ciertos compromisos que se "firman" en libertad, suelen traer aparejados, aquello tan mencionado, como, "libertad responsable".

Sin embargo, será la intensidad del anhelo hacia ella, lo que hará que el sujeto pueda tener la suficiente creatividad para vencer los obstáculos, y la suficiente fuerza de decisión para desechar, tanto de superfluo y parasitario que lo rondan, minando el crecimiento del ser. Habrá de estar alerta a los compromisos que toma, los que suelen articularse con elementos acotadores y limitadores de tal libertad.

La creatividad funciona, de alguna manera, haciendo a las mayores libertades del hombre, y aún así, no libre de las consecuencias del camino que tome.

La Ley de la Gravedad nos hace saber que no somos libres de soltarnos a un precipicio, sin las fatales consecuencias; sin embargo tenemos la creatividad de generar variados recursos que nos dan alas para poder sortearlo..."

Muy buenas noches a todos, amigos!!...

La libertad en un mundo de oposiciones"La libertad siempre será relativa, y estará sujeta a ciertos parámetros fí...

Posted by Juan Carlos Luis Rojas on lunes, 22 de febrero de 2016

martes, 10 de octubre de 2017

Hacia el nuevo hogar

(De la serie: "El niño, el muro... y la libertad" Juan C. L. Rojas

   En esa mañana de sol a pleno, su mente tejía confusos colores. No los colores que la hermosa mañana avivaba en los rosales y en las dalias exuberantes del jardín; no los tonos, verde pastel, de irupés y camalotes flotando en la laguna, allí, detrás de la casa; tampoco los del bosque allá, en la otra orilla misteriosa de esas aguas calmas. No, no eran esos los colores que ahora lo inquietaban, sino los que se movían en el profundo interior de su alma.
Sentía un estado de conciencia a medias, donde el factor dominante era la duda, la incertidumbre.
   Quizás porque no veía otra opción, su única respuesta era la que involucraba huir del pasado, entrando sin renuencias a las circunstancias que iban apareciendo delante de él, o a pesar de que le fueran impuestas; y que esto resultara en tapar los recuerdos, insuficientes afectos…, introduciéndose de lleno en el miedo y el dolor.
   Tal vez era una forma de buscar puertas de salida a todo eso, o una puerta de entrada que lo llevara a satisfacer alguna carencia que ni él mismo, por ser niño, entendía bien de qué se trataba.
Ya había escuchado algún comentario,... decisiones con respecto a él, palabras dichas a su espalda. "Los adultos deciden sobre la vida de un niño", pensaba, "después de todo el abuelo es bueno, aunque no sabe ni escribir. El también fue abandonado y encontrado en los bosques del Paraguay, cuando era chico. Al final no conoció ni a sus padres, sólo a un hermano, ya después de viejo... Dicen que la guerra…"
   Mientras en su pensamiento todo se mezclaba, vio a su abuelo acercarse. Este respiró hondo sofrenando un suspiro. Palmeó cariñosamente el hombro del niño en un gesto poco acostumbrado…
   -Vas a ir con el doctor, mi’jo. Seguro que vas a aprender muchas cosas –le dijo con una sonrisa que pretendía ocultar algunas lágrimas, las que aparecían inevitables y aumentaban el brillo de sus ojos azules.
El abuelo, de buen carácter, de fácil sonrisa, de porte físico mediano, sumamente trabajador y con el concepto de la honestidad grabada a fuego en la sangre, no sabía ni leer ni escribir y era casi el único sostén de la familia, que se componía más de nietos que de sus propios hijos.
   El espacio de tierra que poseía estaba siempre cultivado con árboles frutales, verduras, e incluso tabaco, que luego de cosechar con su esposa, lo procesaban caseramente para venderlo en el Paraguay o en el vecindario de la isla.
Tenía aves de corral y algún ganado vacuno que carneaba de tanto en tanto, y leche para consumo familiar. Todo esto le demandaba actividad desde la madrugada; porque además era empleado estatal de salud pública del Chaco. El pequeño sueldo obtenido, cubría apenas los gastos hogareños que no lograba hacerlo con la producción casera.
   Conformaban una buena sociedad el abuelo y la abuela; él, correntino; ella, paraguaya. El, atendiendo no sólo lo de la casa, sino también la actividad externa; y ella ocupándose de todo lo doméstico, aferrada a una pipa siempre humeante, y un rebenque eternamente bajo sus brazos con el que domaba tanto a niños como a los animales.
   El origen de la conformación familiar y el asentamiento en una isla del Chaco argentino, habría que rastrearlo en los vericuetos políticos, intereses económicos de las grandes urbes (corrupciones incluidas) y las guerras asociadas. Todos sus hijos nacieron en el Paraguay, y la mudanza fue la resultante de inestabilidades políticas. Pero, de todo esto, no siempre le llegan a un niño los elementos de la comprensión de sus orígenes o la atenuación de las consecuencias de esos desarrollos y sus resultados.
   El niño no entiende que en la burbuja de su pasado cercano y su origen ya están incluidos los condimentos de su presente.

   La lancha saldría a las once de la mañana hacia Paso de la Patria. La preparación para el viaje era escasa; pocas y modestas pertenencias; sin embargo la sensación que percibía era la de una marcha definitiva, un viaje sin regreso.
A la hora de la despedida, los primos y hermanos rondaban cerca, silenciosos, sin más expresión que los ojos bien abiertos clavados en él.
Miró por última vez hacia "el bajo", allí donde el río al crecer, descargaba algo de su fluido formando una laguna. Dio un vistazo a todo el panorama desde donde estaba un aliso estaqueado, hundido horizontalmente a ras de la tierra, en el borde del patio posterior de la casa; ese tronco estaba colocado ahí para detener la erosión del terreno. Prolongó su mirada hasta el fondo, allá donde acostumbraba a cantar la garza mora, cuando aparecía en el bosque al amanecer, del otro lado de la laguna. Volvió su mirada y la detuvo brevemente en el pequeño puerto improvisado, al que muchas veces despejó de irupés y camalotes, para el trabajo de lavanderas, que le estaba asignado a sus primas y hermana. Volvió más atrás su vista, nuevamente dirigida al borde del patio, bajo el árbol de paraíso donde en ese momento dormía Rompe, el viejo perro de la casa. Mientras tanto, Díquel, el perrito con que jugaba a menudo, parecía saber de su partida; giraba y giraba a su alrededor, moviendo incansable su corta cola.
   -Che cunumí (mi muchacho), atá ese animal –dijo el abuelo a otro de sus nietos.
Al fin se despidió. Saliendo de la finca, caminó por el pasillo largo ubicado a la izquierda. Debido a la sombra de los árboles la tierra todavía conservaba la humedad del rocío. Mientras caminaba surgía en su mente un replanteo insistente de cosas y circunstancias que traía el recuerdo.
Los mamones altos a su derecha, sumamente quietos, prolijamente en línea, como formados para guardia de honor, parecían decirle adiós en silencio. Detrás de esa línea de árboles frutales aparecía el mandiocal, que empezaba a asomar joven sobre la huerta. A la izquierda, flanqueaba su camino un alambrado de púas tensado sobre postes viejos, de los que en una oportunidad, uno de ellos no resistió el peso de su travesura rompiéndose; así pagó entonces, con sangre de sus piernas, el pase a la casa del vecino.
   Cerró el portón prolijamente y ajustó el cierre del bolso; mientras lo hacía, observó la puerta abierta del almacén de al lado; surgieron entonces en su retina los trazos gráficos de la libreta de crédito y con ello la semblanza del abuelo, su escrupulosidad en pagar la deuda sin pasar ni un día más de lo acordado.
A los once años de edad no entendía cabalmente la dinámica del dinero, pero sí sabía cómo afectaba su carencia por las restricciones que imponía, hasta en las necesidades tan vitales como la alimentación; es más, sabía que era debido a estas restricciones, y no sólo a la búsqueda de futuro, que tenía que marcharse.
Si bien ignoraba los parámetros con que se movía el mundo de los adultos, sí llevaba incorporada en su conciencia las normas del cumplimiento y la honestidad tantas veces platicada por el abuelo en los momentos de la sobremesa, especialmente después de la cena.
   En esta despedida no podía definir si en su sentimiento había realmente tristeza o era que pesaba más la curiosidad, la posible alegría de lo nuevo. Sin embargo sentía los abrazos de la isla, los de sus sombras y sus luces, la humedad cercana de los ríos, sus frescores; los sentía como el adiós a lo amado.
Subió al terraplén, callejón pavimentado y sinuoso bordeado de eucaliptos que lo llevaba hacia el puerto. Ahora, una voz que difundía el aire conseguía aquietar sus pensamientos; era el murmullo del río traído por el viento y también el sonido de las ramas de los árboles azotándose en sus copas. Caían las hojas y él se veía como una hoja más, ahora dejada al viento.
   Cuando bajó al muelle los tripulantes de la lancha estaban en los preparativos finales de carga; como casi siempre, había una mezcla de castellano y guaraní en el habla de la gente; eran generalmente conocidos entre sí y mezclaban cordialidad y bromas con la intensidad del trabajo.
   -¡Oh! Mba’éicha pa che ra’a (Como estás mi amigo). Vos sos el nieto de don Tabí, ¿no? -lo recibió cordialmente el lanchero.
   -Si, buen día, -contestó con algo de timidez.
-Así que te vas con el doctor Palowski… Me contó tu abuelo.
El lanchero hizo sonar sus palabras como apropiándose de cierto orgullo que suele darse cuando la humildad se une a la ignorancia; a veces, como una manifestación de solemnidad fetichista, dirigida hacia la formación profesional o a un determinado status social. Palowski es un apellido polaco, pero el doctor era alemán. Consiguió su nueva documentación con ayuda del Vaticano, cuando Alemania perdió la guerra. También obtuvo, con esa documentación y pasaporte, una orientación hacia qué países dirigirse; donde no fuera “molestado”.
-Sí –contestó parcamente el niño.
-Bueno, si querés, subí; acomodate donde puedas ch'amigo.
Subió con cuidado debido al balanceo de la lancha y se ubicó en el lateral de babor, para dejar libre el paso de carga por estribor, que era el lado por donde estaba amarrada la embarcación.

¿Son los recuerdos como ondas cósmicas del tiempo, circunstancias repitiéndose infinitamente? Así le parecía este momento; como un recuerdo convirtiéndose en concreta realidad presente.
Ahora, nuevamente se movía el mundo, su mundo infantil. Se movía con la lancha, con el muelle, con los árboles, y todo con el río. Como aquella vez, cuando vino a la isla en su primer regreso, cuando en esa oportunidad involucró también otra despedida, la de su padre. Sentía otra vez esta mezcla de recuerdo y realidad palpable. De nuevo vibró ese pequeño mundo solitario dentro de otro mundo mayor, desconocido e indiferente hacia él.

Ya todos a bordo y con el amarre liberado, la lancha se alejaba lentamente del muelle adentrándose en el río Paraguay, luego bajaría un corto tramo hacia el Paraná, que estaba allí nomás, a la vuelta del recodo de la isla. La turbiedad acentuaba el misterio del río que batía sus lenguas infinitas salpicando los rostros pensativos; también salpicaban los sueños, dentro de esas mentes casi adormecidas por el ruido del motor. Juancito miró hacia atrás; siempre le intrigó hacia dónde se dirigiría la extensión del río. ¿Qué hay río arriba?... Querría remontarlo alguna vez. ¿Es el deseo el embrión de un sueño? ¿Es el sueño un camino donde sólo hay que ponerse a andar? La luminosidad del espacio más abierto lo retrajo de sus pensamientos, cuando en ese punto de la navegación la desembocadura se abría ya casi tocando al río Paraná.
En dirección a proa no se veía la costa. Ahondó la mirada en el engañoso espacio infinito. En el horizonte sólo se veían algunas gaviotas. Volvió la vista hacia lo que dejaba atrás. Debajo de la popa el río espumaba blancura, la que contrastaba con los diferentes verdores de las costas (paraguaya y argentina) haciéndose más vivos gracias a el sol de la mañana.
-¿Querés un mate, Juancito? –le preguntó el lanchero, apartándole de su abstracción en el paisaje.
-No, muchas gracias don Arévalo –respondió, mientras modificaba su postura sobre un listón de la quilla, donde estaba apoyado.
Estaba ubicado cerca de la cabina y podía escuchar la conversación del lanchero y su ayudante.
-¡Cova co Gomecito ra’y! (¡Este es el hijo de Gomecito!) –continuó Arévalo, ahora dirigiéndose a su ayudante. Lo hizo con cierto tenor de respeto machista, a lo que se refería. Palas, el ayudante, no respondió.
-E jhendú pa jhina (¿Me estás escuchando?) –reclamó Arévalo, en tono burlón.
-A jhendú (Oigo), –respondió Salas, a desgano.
-Hijo’e tigre co cunumí (¡Es hijo de tigre este muchacho!) –enunció de nuevo Arévalo, con clara intención de zaherir a su compañero.
-¡Bah! ¡Maba pa tigre! (¡Bah, quién es tigre!) –dijo Palas, tratando de neutralizar la chanza infligida...
-¿Maba pa?... (¿Quien?...) Ja ja ja… Me dijeron, que con Gómez te salió mal lo de la rubia aquella.
-¡Bah! ¡No pasó nada! –se defendió Palas. Arévalo largó una risotada.
Como premisa inevitable, esta conversación llenó su mente de preguntas e inquietudes referidas a su padre. ¿Qué conocían de él estos hombres? ¿Cuáles fueron las andanzas de su padre por estos lugares? ¿Saldrá alguna vez de la cárcel? ¿Lo volvería a ver?
Ahora, la lancha entraba en el planchón más claro y amplio, al cruzar la línea divisoria que producen las corrientes y las diferentes turbiedades de las aguas. A la derecha del panorama de popa se desarrollaba la punta del continente paraguayo; esas barrancas también habrán de quedarse entre aquellas cosas que habrían de alimentar su curiosidad y se añadirían, a la sumatoria de inquietudes insatisfechas. Los monos carayaes estaban silenciosos en la silvestre vegetación; es en el ocaso cuando estos suelen alterar escandalosamente el silencio del lugar; sólo una canoa pequeña, tal vez pescadora, aparecía casi camuflada por el tupido follaje. A la izquierda todavía se notaba la isla en la prominencia de su cerro, el cual remataba su cresta con la fachada ambarina de la iglesia principal.
En este punto de la mirada, vino a su mente el recuerdo de aquellos preparativos inconclusos para el catecismo y los rituales religiosos que jamás pudo entender. Allí apareció en el recuerdo los juegos y travesuras, las andanzas en el bosque y en el río. "¿Volveré algún día a navegar sobre los troncos, los alisos traídos por la inundación?". Al volverse hacia babor, una estampa conocida pero casi fantasmal cortó sus pensamientos; desde el horizonte bajaba por el río una jangada; a lo lejos era sólo una tosca línea derivando sobre el agua. Encima de esa línea había una pequeña figura que parecía ser la de un hombre erguido y cerca de éste, la de otro hombre sentado. Aparentemente tomaban mate.
...Sí, eran hombres nomas, no fantasmas, los que navegaban sobre un tendal de maderas bañadas por el agua; pero a la distancia, el conjunto parecía un simple garabato dibujado en la página acuosa del horizonte. Bajaban a la velocidad lenta de la corriente sumada a la fuerza inercial del maderamen, el cual tenía un tamaño desproporcionado con relación a la cantidad de sus tripulantes.
De nuevo surgieron la inquietud y esas preguntas que se apilan en el arcón de los misterios que suele atesorar un niño. ¿Cómo es que a esa gigante acumulación de inerte vegetal, puede dominar y conducir un pequeño hombre cabalgando a la intemperie sobre la húmeda planchada de troncos?...
Pasó la jangada por atrás de la lancha; casi al filo de la distancia audible de un sapucai (grito); pasó con su respuesta de silencio. Golpeando con la instigación de la curiosidad a esa mirada de niño; mirada perdida ahora en la llanura blanca; perdida en el horizonte verde y en la opacidad de la distancia.
En el medio del río el motor de la embarcación con su ruido monótono jugaba a vencer los sentidos, sin embargo, muy tenue ahora, como esbozo de dibujante, empezaba a divisarse la otra costa, mientras la primera se perdía a lo lejos con la estela de la lancha.
Corrientes aparecía brillante bajo un día de sol al momento de la siesta provinciana de uno de sus pueblitos litoraleños, Paso de la Patria. El alemán, el doctor, con su uniforme de médico, estaba todo de blanco esperándolo ahí mismo en el muelle, parado a la media sombra de un techo de protección; tenía las manos detrás de la cintura y en su cabeza una gorra de tela floja que le caía sobre la frente y las orejas. Seguía inmóvil mientras amarraban la embarcación. El niño notaba sobre sí la mirada escudriñadora, persistente, sin más gesto que el silencio del alemán, que mostraba así, un atisbo de la actitud severa y militarizada con que era conocido; continuó así, aún hasta después de haber bajado el niño, y habérsele acercado.
-Buenas tardes, doctor –saludó entonces, Juancito.
-¡No, así no! -Reaccionó el alemán de manera áspera-. ¿A ver? ¡Párate bien!... Así, firme, e inclinas la cabeza… Ahora sí, buenas tardes.
Juancito obedecía mientras algunos pasajeros y tripulantes miraban sorprendidos, o risueños y en silencio, esa escena. –Le hizo repetir el saludo incluyendo todo el proceso formal.
Luego de esta primera lección caminaron callada y largamente hasta lo que sería su nuevo hogar. No podía evitar la tensión de ese silencio. El alemán caminaba a grandes zancadas delante de él, y su atuendo blanco, ahí, a un paso de distancia, irritaba sus ojos al reflejar la luz; el niño hacía descansar sus ojos dirigiéndolos hacia la gramilla amarillenta entre el polvo reseco del camino. A pesar de que el sol mostraba su fuerza desde arriba; en su optimismo de niño, Juancito lo sentía como un poderoso dios protector; optimismo al cual coadyuvaba la curiosidad sobre lo extraño del lugar, la conformación urbana, la ubicación más ordenada de las casas, las calles bien definidas, los autos, y otro tipo de gente.
En realidad quedaba sólo a unas cuadras el lugar a donde se dirigían, pero la incomodidad psíquica inducía en los sentidos la exagerada extensión del andar.
A la izquierda se podía ver algunos "lamparones" del río en los claros que se formaban entre árboles y edificaciones lindantes con la costa. Todo estaba calmo, no había viento y no se oían las olas rompiendo contra la barranca. El itinerario de la caminata la mantuvieron a una cuadra de distancia del río, y respecto del mismo, también esa era la ubicación de la casa del alemán.
Juancito comprendió que llegaban, cuando el alemán cruzó un puentecito sobre la cuneta, el cual daba frente a un portón de hierro y alambre tejido, justo en la mitad de la parcela amurallada. Esta encerraba huertas, árboles, chiquero, gallinero, jardines y dos casas; una en cada extremo del terreno.
El portón rechinó con estrépito al abrirse, pero no llamó la atención de una mujer que en ese momento regaba las plantas. Esta siguió en su labor mostrando total indiferencia a los recién llegados. Parecía malhumorada.
-¡Señora Antonia! –dijo en tono amonestador el alemán al acercarse. Sólo entonces, ella levantó la vista hacia él y dirigió una mirada de soslayo, casi reticente, al niño.
Esta escena dejó abierto en su entendimiento un panorama de curiosa incertidumbre que le producía un incómodo escozor, pero ahora, sin otra vía de salida, este era su nuevo hogar, y debería aceptarlo, aunque lo sintiera como una nueva imposición; un mandato que no podía, o no sabía cómo evitar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 30 de agosto de 2015

Ser y palabras

Buena noche de sábado, buen fin de semana a tod@s amigos!!...
Dijo alguien: "...que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha..." Mt. 6:3 Refiriendo (si se quiere) a un contexto amplio de virtudes humanas, donde entra la humildad... el silencio de palabras, la elocuencia de ser, y de los hechos, parados en sí mismo... y no por el marketing (bueno o malo), del que, su consigna es, hacerlo saber todo, si es posible, hasta el ensalzamiento...

lunes, 16 de mayo de 2016

De colegas

No me gusta decirme colega de alguien... ¡Vaya a saber si estoy a su altura!... O que el no lo crea; o acaso se crea más!! jaja ¡Todo es posible cuando se trata de orgullos contrapuestos!



martes, 29 de noviembre de 2016

Los engaños

No se trata de cerrar los ojos para aceptar algo, no se trata de decir que no existe tal o cual cosa...
Se trata de aceptar las diferencias elevando grandeza humana por sobre esos miedos y educaciones falsas que generan odio; comprendiendo que tal o cual característica no nos hace superior, ni nos debe elevar con arrogancias por encima de los demás...
Es necesario saber también, que hay argumentaciones sutiles, aún desde lo ideológico, de unos u otros signos, que favorecen al odio. Estos últimos, suelen contener elementos que coadyuban a una educación dañina para la ecología de las relaciones humanas...


martes, 25 de abril de 2017

Valor de un producto o servicio

El valor de un producto o servicio no está dado por el tiempo neto empleado, sino por las variables que le dan valor a ese tiempo. Esta dado por la complejidad de los procesos, el saber de su desarrollo, el logro de las funciones óptimas, la habilidad en la operación, la eficiencia en los resultados.
El precio o valor de tu producto o servicio es según las variables que afectan en la interacción.
A la vida pídele tu valor, no lo que pretendan imponerte.
Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=valor

viernes, 15 de septiembre de 2017

La fuerza principal

La fuerza principal

"...Un ser sensible, "per se", (no se confunda con emocionable), tiende a captar más las profundidades de la vida, y eso es bueno; pero también necesita dosificar esa sensibilidad para algunas cosas; saber dónde y cómo enfocarlas, para no sufrir el estallido derribador y sorpresivo, que ocurre detrás de aquello, que no viene de lo que más esperamos, o que viene de lo que menos esperamos, sobre lo que ponemos nuestras mayores expectativas y anhelos; más aún cuando ello está conectado con el corazón, con el sentimiento; con el íntimo amor...
Debemos amar y dejarnos amar, pero sin embargo, a la vez, por nuestro bien, o del otro, es necesario que aprendamos a mantener cierto desapego, porque jamás uno debiera depender de lo externo. En tu interior debiera estar la fuerza principal que te alimenta, lo externo acéptalo y valóralo por añadidura. Las desilusiones vendrán, son partes de la vida; y no necesariamente son inexorables y definitivas; sólo debemos aprender de ellas; son experiencias del alma que nos vuelve a reorientar, y debieran hacernos más fuertes, para levantarnos con más decisión a enfrentar la vida y disfrutar de lo que sí tiene de bello, aún dentro de esas miles de mutilaciones de la carne y del espíritu..."
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=amor
Juan C. L. Rojas

domingo, 27 de agosto de 2017

Poesía, poema y vida

Poesía, poema y vida

"...Verdades que cruzan nuestro ser, donde la vida es esa lucha, ese trayecto no siempre llano ni recto (he allí el divertimento), sino mas bien, tramos escarpados y con peñascos hirientes...

Nos reta con un continuo desafío, y se trata de saber tomarlo, y con fuerzas; sin miedo a nada; sublimarlo; o con  abnegación del espíritu si es necesario, espartana el alma, ¡adelante!...

He allí, que el poema, no siempre bello, puede trasuntar poesía; la que sí es bella, al fin."
Juan Carlos Luis Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=poesia

lunes, 10 de julio de 2017

Honrar la vida

Honrar la vida

¡No! Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
¡Ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber
adormecida...
Merecer la vida no es callar y consentir,
tantas injusticias repetidas...
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!

¡No! Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
¡Honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad,
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical,
más allá del mal, de las caídas...
Es igual que darle a la verdad,
y a nuestra propia libertad
¡La bienvenida!...
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que vivir...
¡Honrar la vida!

Letra y música de Eladia Blázques

https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=vida

viernes, 22 de diciembre de 2017

Necesidad

Si acepto este silencio
    es para escuchar a tu corazón/
mientras descanzan sobre mi cabeza
    tus manos
        tus mejillas.

Si necesito este silencio
    es para escuchar tu voz/
que murmura
    no se qué tímidos sonidos.

Si quiero esta lluvia/
es para que se convierta
    en una muralla de libertad
        que nos oculte del mundo.

Si tengo esta melancolía/
es para desagitar la tristeza
    de saber que te irás.

Si necesitara la soledad/
no sería para estar solo/
sino para buscarte/
hallándote aquí/
dentro de mi pecho.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

jueves, 27 de agosto de 2015

Trayecto

¡Buen jueves para tod@s, amigos!

...Verdades que cruzan nuestro ser, donde la vida es esa lucha, ese trayecto no siempre llano ni recto (he allí el divertimento), sino mas bien, tramos escarpados y con peñascos hirientes...

Nos reta con un continuo desafío, y se trata de saber tomarlo, y con fuerzas, sin miedos a nada, sublimarlo; o abnegación del espíritu si es necesario, espartana el alma, ¡adelante!...

He allí, que el poema, no siempre bello, puede trasuntar poesía, la que sí, es bella al fin.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

lunes, 28 de noviembre de 2016

Simple

No es/
   ni fortuita
      ni gratis
   la defección que siembra la indolencia del espíritu.
Tarde o temprano
   brotará la semilla de su mal.

Es porque no piensa con el corazón
   que el mundo cae en el raciocinio de su muerte.
Su necia picardía
   guarda el escrúpulo en los cofres del cinismo.

Todavía desierto de amor/
   fustiga sangre el andar de los hombres.
Se creen sabios/
y enseñan malabares a robots
   en el campo sideral de atónitas estrellas...
pero sus almas no saben volar.

Pareciera vano    finalmente
   el hechizo que nos brinda
      la floresta colorida en el desierto.

Es así/ que revuelto en penurias combativas
   danza este follaje amarillento/
de quien fue quitando verdores
   el hollín y la flama
      del ardiente vivir.

¡Pero es simple el remedio, sin embargo!...
¡Simple!
Como una gramilla extendida
   sobre la piel de la tierra.

Es sólo saber sentir/
   para comprender a las voces
      que suenan en estos ojos.

De toda esta...
   crudeza de la desidia
      me desahogo a veces mirando a los nidales/
   Donde los picos besan
      al amor
         vestido de plumones...
y veo a la lluvia/
   generosa/
      alimentando a la semilla.

También te miro/
y aunque nos crean en el altar de la locura
   deja que sea inseminada de estrellas
      la cuenca florecida de tu cuerpo.
Embriaga tu corazón de sentimientos/
   para que estalle
      en cada poro de tu piel/
para dulcificar    simplemente
    /como lo hacen tus ojos/
este ácimo pan
   que nos toca vivir.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

martes, 4 de abril de 2017

De conocedores, sabios e inteligentes

Sabio no es quien sabe sobre una acumulación de conocimientos;  más bien, es aquel que sabe cómo emplear el conocimiento que tenga de índole general, sabe de sus limitaciones, sabe de los recursos que debe adquirir; sabio es quien no se deja engañar por las pasiones, y sabe y entiende hacia adonde pueden decantar determinadas acciones y circunstancias en el tiempo.
Desde ya, descubro que no soy sabio.
Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=saber

lunes, 15 de agosto de 2016

Trampas del sistema

Y el mundo sigue entrampado en su filosofía... De pros y de contras... Le cuesta andar en una linea de equilibrio...
Esto es verdadero en buena parte (el texto de más abajo)... 

La vida es un todo y hay que vivirla desde el vamos...
Pero nuestros sistemas son imperfectos y aveces sólo sirven para ponernos tropiezos y nos exigen en formas y fomalizaciones, que tal vez podrían ser de otras maneras.
Y además, individualmente, agregamos (agregan), preocupación por estupideces para mortificarnos a nosotros mismos y, o, a los demás... Esas nimiedades que no son relevantes para vivir.
Hay asuntos, que por el sistema en sí, no podemos dejar de lado, por ahora...
Por otra parte, es fundamental, no olvidar las responsabilidades solidarias lícitas y morales, como: corresponder a los esfuerzos y necesidades de las personas que tuvieron que ver con el bien de nuestras vidas. Lo que implica un cierto tiempo de parte nuestra.
Desde ya que esto es un asunto que muchos, la gran mayoría, no podrán comprender, porque están insertos e imbuídos en el sistema, y muchos no pueden tener la capacidad de pensar en otras formas, como muchos no pensaron en su momento sobre las posibilidades de otras tecnologías.... Muchos sólo pueden ser esquemáticos y no pueden salir de una cuadrícula marcada y mantenerse así toda la vida, hasta que venga algún tonto soñador y un loco, un poeta, un científico con imaginación, y empiece a modificar las cosas.
No se trata de dejar de trabajar, de obviar el esfuerzo, ni de dejar de estudiar, sin embargo sí, en muchos casos se trata de trabajar sobre los contenidos y las formas. Las formas del manejo de la información, el saber pensar, el manejo de las teorías en campañas, el proceso de la asimilación en la experiencia directa en muchos casos, la disminución del peso económico y los entorpecimientos burocráticos, la prioridad de formar gente que sabe pensar y no el desperdicio en la formación de enciclopedias o bibliotecas ambulantes en las personas para halagarlas en lo tanto que sabe, y sin embargo, sobre conocimientos espurios e imprácticos, para no decir, inútiles.